La integración de América Latina, ¿un sueño imposible?

El presidente de Uruguay sugirió la creación de una zona de comercio libre en la región en la más reciente cumbre de la CELAC, una idea que tiene bastantes dificultades para su ejecución.

Una América Latina integrada económicamente ha sido un sueño para muchos políticos. Desde la Gran Colombia promovida por el libertador Simón Bolívar en el siglo XIX hasta las organizaciones creadas en las décadas más recientes, los intentos hasta el momento se han quedado muy lejos de lograr la integración regional.

El martes, durante la VII Cumbre de líderes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), el presidente de Uruguay, el centroderechista Luis Lacalle Pou, volvió a traer el tema a la mesa.

«Tenemos ahí las posibilidades de comerciar libremente. Muchas de nuestras economías son complementarias, y estoy seguro de que podríamos avanzar», sostuvo Lacalle Pou, uno de los pocos líderes de centroderecha que asistió a la reunión celebrada en Buenos Aires, Argentina.

Sin embargo, especialistas han señalado que los intentos de integración comercial de una región como América Latina enfrenta varios riesgos que van desde el tamaño de la región y la enorme diversidad de desarrollo económico, hasta dinámicas geopolíticas, como la relación de algunas naciones latinoamericanas con Estados Unidos o China.

Una historia de intentos

La idea de integrar a los países de América Latina es casi tan vieja como la vida independiente de muchos de los países de la región.

“Lo tenemos desde el proyecto bolivariano, de Simón Bolivar, que nos dice que una región con tantas cosas en común, tendría que tejer una entidad única. A esto le denomino la República Bolivariana, que después adoptaría como discurso político”, explica Fernanda Cardoso, analista especializada pensamiento político latinoamericano.

Sin embargo, el mismo Bolívar, en un documento llamado la Carta de Jamaica, reconoce años después que su proyecto es imposible de concretar debido a las diferencias que existen entre los nuevos países que siguieron a las luchas independentistas.

El proyecto de integrar a América Latina en un bloque único cambió durante el siglo XX. En el periodo entre guerras, Estados Unidos busca que esta región se convierta en su proveedor, principalmente de bienes agrícolas.

Después del fin de la Segunda Guerra Mundial, a mediados del siglo XX, es cuando inicia la integración moderna de América Latina, bajo el amparo de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), que hace las primeras propuestas sobre la creación de un mercado común latinoamericano.

“Luego deriva en una institución que se crea en 1960 y que se llama la Asociación de Libre Comercio (ALAC), que se modifica y cambia su nombre en 1980 para llamarse Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), cuya sede principal está en Montevideo”, explica José Briceño, investigador del Centro de Investigación para América Latina y el Caribe (CIALC) de la UNAM.

Briceño también recuerda que desde entonces se han creado varios organismos de integración regional y subregional, como el Mercosur —integrado por Argentina Brasil, Paraguay y Uruguay— o la Alianza del Pacífico —cuyos miembros son Chile, Colombia, México y Perú—, ambas con objetivos de integración económica.

En cuestiones de cooperación política, han sido la Organización de Estados Americanos (OEA), de la que también forman parte Estados Unidos y Canadá, y la CELAC, que surgió como una respuesta a la OEA.

“Su principal característica es la elusión de Estados Unidos y Canadá y la inclusión de Cuba como miembro”, indica Ana Covarrubias, profesora-investigadora del Centro de Estudios Internacional del Colegio de México en el artículo Integración Latinoamérica: un regionalismo coyuntural.

Lo Último

“La CELAC ha sido incapaz de promover una integración verdadera o de enfrentar las crisis políticas recientes en la región”, señala Covarrubías. Por ejemplo, el tema Venezuela y la presencia del presidente Nicolás Maduro ha sido un punto de fricciones muy importantes en las últimas cumbres del organismo.

Los obstáculos de la integración

A pesar de los intentos de integración, las economías de la región siguen fragmentadas y sin incentivos para trabajar en conjunto.

“Por mucho que discursivamente nos queremos acercar a estos esquemas de integración, eso no quiere decir que vamos a ser bien recibido por el resto de América Latina, ni que vamos a cambiar nuestras dinámicas económicas”, indica Cardoso.

Para Cardoso, uno de los principales obstáculos para la integración es la falta de una identidad regional que vaya más allá de los nacionalismos.

“Si tú vas, por ejemplo, a Francia, el francés no se siente tan francés como se siente europeo. La realidad es que en América Latina eso no sucede”, dice la analista.

Otro obstáculo a la integración son las diferencias en las dinámicas económicas de la región, así como los desbalances en el nivel de desarrollo.

“En el esquema latinoamericano, los dos países que siguen los mismo rumbos económicos son México y Brasil, pero en realidad apelan a paradigmas económicos totalmente distinto”, indica Cardoso.

Más allá de la Unión Europea

La comparación con la Unión Europea suele aparecer en este tipo de debates. La creación de un mercado único, organismos políticos supranacionales, legislaciones europeas, una moneda única—el euro— y un espacio de circulación libre de individuos —el espacios Schengen— parecen el ejemplo a seguir para otros intentos de integración. Pero los especialistas indican que este modelo podría no funcional para América Latina.

“Europa es un caso diferente que no necesariamente se tiene que aplicar a América Latina”,

Briceño señala que el modelo europeo no es el único ejemplo de una integración regional exitoso y pidió ver ejemplo de la Unión Africana de Naciones o, a nivel subregional, a lo hecho por los países de Centroamérica.

“Una forma interesante es que la integración ayuda a estos países centroamericanos es adoptar posiciones conjuntas para conseguir financiamiento externos, porque estos países tienen problemas con el finaciemiento externo, van en conjunto al BID (Banco Interamericano de Desarrollo) a solicitar apoyo, a la Asociación Andina de Fomento”, explica Briseño.


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