Semana Santa 2021| Viernes Santo
El Sermón de las Siete Palabras analizado por personalidades y religiosos
Las 7 palabras de Cristo en la Curz
El Sermón de las Siete Palabras analizado por personalidades y religiosos
Primera palabra leída por el padre Pelagio Antonio Taveras
Primera palabra: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”
La primera palabra, que analiza la expresión de Jesucristo en la cruz: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”, fue leída por el padre Pelagio Antonio Taveras. En esta reflexión, la Iglesia criticó que se viva en una sociedad donde se quiere desplazar a Dios del centro del universo, de la comunidad y de la sociedad, y se pongan los intereses y creencias por encima.
Criticó que se le dé más atención al cuidado y a la vida de un animal que a la vida humana. “Por eso hay tantas muertes innecesarias, por eso hay abortos”, leyó el padre Taveras.
En la primera palabra la Iglesia católica también reflexionó sobre cuando los funcionarios laboran cuatro años en una función del Estado “y se ponen pensiones escandalosas”, mientras que el obrero de bajo salarios labora 30 años “y le ponen pensiones de miseria”.
“Es escandaloso cuando un funcionario labora tres y cuatro años, y sale con pensiones exorbitantes. Ellos sí saben lo que hacen”, afirmó Taveras.
“Padre, ellos saben lo que hacen cuando se endeuda la nación y el pueblo ni disfruta de esos recursos, y tiene que pagarlos con altos impuestos para que un grupo se los embolsille”, dijo.
Agregó: “Cuando el pueblo tiene que pagar combustibles caros y energía cara, mientras que a las grandes empresas se les exonerara y les dan gratis combustible”.
En la primera palabra también la Iglesia criticó que se deleguen las riquezas naturales del país a intereses foráneos “con contratos amañados, “y el pueblo no puede disfrutar de esas riquezas que le pertenece”. Afirmó que “Loma Miranda no se negocia”.
Taveras también se refirió al servicio público. “Cuando ofrecen sus servicios de pésima calidad en las oficinas públicas, hospitales, escuelas, transporte, cuando el pueblo merece dignidad. Padre, perdónales, pero si saben lo que hacen”, dijo.
En el sermón mencionó detalles como cuando se burocratizan “excesivamente los trámites para los ciudadanos realizar cualquier papeleo”. “Cuando se mantiene un caos en el transporte y no se implementa el cumplimiento civilizado de las leyes, convirtiendo las ciudades en una selva de cemento”, dijo.
“A veces pensamos como que no hay voluntad para organizar las ciudades”, aseguró.
Condenó que se quieran quitar los valores que han sostenido la sociedad, como la familia, el matrimonio y la fe cristiana.
“La gente piensa que hablar de un estado laico es quitar a Dios de nuestra nación, cuando lo que dio origen a nuestra nación fue precisamente esos principios morales y cristianos que tenían los patricios”, expresó.
En el sermón también se incluyeron los jóvenes graduados que no consiguen empleo. “Cada vez que se gradúan cientos de universidades uno se pregunta: ¿dónde van a trabajar?”, dijo.
La Iglesia también criticó el contenido musical que se difunde en los medios de comunicación. “Es escandaloso escuchar la música que se compone hoy”, enfatizó. “Uno se pregunta: ¿y no hay quien controle el contenido de lo que se difunde por los medios de comunicación?”.
“Padre, ellos saben lo que hacen cuando hospitales no tienen medicamentos”, dijo.
Criticó que en la gente no puede andar con un celular “sin ser asaltado”, y no se le pone paro a la “delincuencia creciente”.
“¡Hay de aquellos que siguen entregando al hijo del hombre! Más le valdría no haber nacido”, concluyó la primera palabra.
Segunda Palabra: “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso”
Milton Ray Guevara, presidente del Tribunal Constitucional, analiza esta expresión.
“Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino” (Lc23,42). Esta fue la petición del denominado buen ladrón, crucificado al lado de Jesús en el Calvario. La respuesta dada por el Señor a esta súplica fue: “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc. 23,43). Estas palabras son reflejo del amor y la misericordia infinita de Dios. Ofrecen una esperanza inigualable en momentos donde todo parece perdido. Imaginemos un momento la escena: Jesús, en medio del dolor y la angustia extrema por la crucifixión y el rechazo de los destinatarios de su amor, no se deja vencer por el odio de quienes se burlaban de él y sigue amando hasta el extremo. La cruz no fue impedimento para acoger la petición de quien sabiéndose culpable vio en Jesús la esperanza de su salvación.
A diferencia del otro malhechor crucificado junto al inocente Jesús, el buen ladrón reconoce sus faltas y le pide al Señor con fe que se acuerde de él. Se siente necesitado del perdón y la misericordia de Dios y dirige su petición a quien podía salvarlo. Esta súplica trae consigo el reconocimiento de la grandeza del Señor, pero también de la propia pequeñez e incapacidad del ser humano de salvarse a sí mismo. Jesús, con sus palabras, ofrece una buena noticia. Con ellas demuestra la fidelidad de su amor y una única respuesta de misericordia y compasión ante el grito desesperado de quien cree haber perdido la esperanza. Confirma que el dolor no es el final y que el amor es capaz de rescatar lo que parecía o estaba perdido. Demuestra que el rechazo de las personas no entra en la dinámica del amor. Jesús optó por la acogida sincera y plena ante la actitud del pecador arrepentido. Siguió haciendo el bien a pesar del profundo dolor provocado por el rechazo y las burlas de las masas que pidieron a gritos su crucifixión.
Recordando las palabras del Papa Francisco, decimos que “El calvario, lugar de desconcierto e injusticia…se transforma, gracias a la actitud del buen ladrón, en una palabra, de esperanza para toda la humanidad. Las burlas y los gritos de sálvate a ti mismo frente al inocente sufriente no serán la última palabra; es más, despertarán la voz de aquellos que se dejen tocar el corazón y se decidan por la compasión como auténtica forma para construir la historia”. (Homilía del 24 de noviembre del 2019, Estadio de Béisbol, Nagasaki). En estos momentos de pandemia, hoy más que nunca es preciso asumir la compasión y la solidaridad como motor de la propia existencia y como la vía para construir una sociedad más justa. La consolidación del Estado Social y Democrático de Derecho solo es posible cuando estos valores penetran realmente en el espíritu y la conciencia de una sociedad.
Ojalá que nosotros, al igual que Jesús, asumamos el amor al prójimo como norte y la compasión como estilo de vida. Que sepamos reconocer nuestros errores y pedir perdón. Que nos tratemos con respeto y conciencia de nuestra dignidad humana. Demos espacio a la reflexión sincera y abramos los cauces para un diálogo abierto y profundo sobre la República Dominicana que queremos y soñamos. No somos seres omnipotentes, nos necesitamos para subsistir. Esta escena bíblica nos invita a dejar de lado el orgullo y la soberbia para abrir nuestros corazones al amor y la acogida. Unámonos en el amor que todo lo puede y que es capaz de sanar las heridas provocadas por la falta de perdón y la injusticia. Dejemos atrás el pesimismo y miremos con esperanza renovada el futuro que nos espera.
Tercera Palabra: “Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu madre”
Luis Henry Molina, presidente de la Suprema Corte de Justicia (SCJ) es la persona que reflexiona sobre esta palabra:
Con estas palabras Cristo entregó el cuidado de su madre a su discípulo. Con ello resalta la altura de la mujer en la agenda del cristianismo universal.
Con ello nos envía un mensaje que cobra relevancia hoy, conociendo la situación en que viven las mujeres en nuestro país y el mundo. Una agenda por terminar. La posibilidad del pleno ejercicio de sus derechos se ve limitada por un modelo de sociedad que alimenta exclusión y en donde las mujeres viven el dolor de la violencia y la desvalorización de su trabajo.
Es entonces cuando debemos rescatar el valor de estas palabras en las que Jesús le pide a su discípulo expresamente que se comporte con su madre como un hijo. Y a través de él a todos los hombres les pide entregar a las mujeres amor, tal como se ama a una madre.
El mensaje del Evangelio nos lleva a pensar en la hermandad con el prójimo, en la verdad de que estamos hermanados como humanidad y por esto debemos vernos en los demás y hacer del servicio una forma de amor. Pero sobre todo dar a las mujeres el amor que Jesús profesaba. Lo que incluye replantear su lugar en la sociedad y el hogar.
La frase asume a la madre de Jesús, Dios encarnado, como la madre de todos sus hermanos. La mujer que, en amor, Jesús nos convoca a honrar.
El Poder Judicial ha impulsado e implementado políticas ancladas en valores de identificación cristiana, por su sentido relacionado con la solidaridad y la consideración de las personas como parte de una sola familia.
Por eso, en procura de aumentar las condiciones de acceso y en identificación o empatía con el sufrimiento humano, se han habilitado mecanismos para que las víctimas o personas envueltas en procesos no tengan que volver a sufrir largos interrogatorio para recoger la prueba. Se habilitaron centros de entrevista y la posibilidad de tomar estas en todo el territorio. Así como otras políticas que perfilan una opción preferencial por las personas más vulnerables.
Pensar en el servicio público desde la solidaridad es una forma de responder al llamado de humanidad de Jesús. Es posible en la convicción de que todo lo que hacemos tiene una dimensión social y un empuje en su legado de sabiduría: porque todos somos hermanos y hermanas.
En el legado de la cruz lo que es injusto para las mujeres es injusto para todos.
Cuarta Palabra: “¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?”
A continuación el parecer de la procuradora general de la República, Miriam Germán Brito; Eduardo Estrella, presidente del Senado, y Luisín Mejía, expresidente del Comité Olímpico Dominicano.
Germán Brito:
Oh Señor, ¿por qué me has abandonado?
Así clamaste al Padre y así te clamo hoy a ti.
Porque nos sentimos abandonados cuando vivimos en una sociedad, en la que las personas valen más por lo que tienen que por lo que son.
Oh Señor, ¿por qué me has abandonado?
Porque la sociedad se siente abandonada cuando los que deben protegerla se comportan como fieras sedientas de sangre inocente, y llenan de balas a una pareja con un amor que florecía.
Oh Señor, ¿por qué me has abandonado?
Porque permites que el alma se llene de soledad y rabia, sin lugar para la ternura, para la compasión por el otro…
Oh Señor, ¿por qué me has abandonado?
Porque soy mujer y cada día veo morir asesinadas, sin que los periódicos paren de contar, a mujeres a las que me une un vínculo de sororidad.
Señor, en medio del dolor clamaste al Padre por haberte sentido abandonado.
Yo te clamo que entiendas el dolor de vivir sin el pan de la esperanza, sin el vínculo de la solidaridad y de la compasión, que no es más que colocarte en el lugar del otro comprendiendo su dolor y apoyándolo.
Oh Señor, ¿por qué me has abandonado?
Porque permites que el desamparo y el hambre sean lo que a diario vivan los humildes. Oh Señor, ¿por qué me has abandonado?
Porque tenemos que vivir en donde se vuelve difícil la esperanza.
Luisín Mejía:
Esta es la cuarta palabra, en lo que se refiere al episodio del Sermón de las Siete Palabras, ¡Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Eli Eli Lama Sabachthani, esta es la expresión en arameo, y esta expresión en arameo que es como primero se conoció en esa época, en esos tiempos, pero esto no se trata de una expresión ni del idioma, porque traducido en todos los idiomas del mundo vendría siendo lo mismo, es una expresión de Jesús en un momento fundamental, en un momento céntrico de su pasión y su muerte.
Para muchos, han visto esto, lo pueden ver y lo verán como un reclamo de Jesús a su Dios, pero nada más incierto que este pensamiento, por igual, algunos podrían establecer que fue un abandono de Dios. ¡No! Dios quiso que Jesús hiciera y cumpliera lo que vino a hacer a la tierra porque Cristo cargó con los pecados que había en la tierra, Cristo Jesús cargó con los pecados, y Dios quiso que eso ocurriera, y cargó con el sufrimiento.
No es que a Cristo el padre lo abandonó, no es que se produjo un acontecimiento y lo dejó sólo, eso además de ser interpretación erróneo, es totalmente impensable, que pensemos que a su hijo Cristo lo abandonó de semejante manera, No esa es la forma que hay que ver como éste Jesús cargó con nuestros pecados, y cumplió con ese sufrimiento , y por eso ésta frase, “ Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?, no es solamente la más impactante de las siete, sino que es la frase que más se menciona en más de un evangelio, porque está citada por el evangelista Mateo, está citada por el evangelista Marcos, y es la frase que inicia el Salmo 22, es el sustento del Salmo 22.
Eduardo Estrella:
Estas palabras pronunciadas por Jesús en la Cruz es una de las más conocidas de las 7 que pronunció hace más de dos mil años.
Es una plegaria al Cielo qué hacemos los mortales ante cualquier adversidad o problema que se nos pueda presentar y es qué en estos tiempos tan difíciles qué está atravesando el mundo y por ende nuestro país nos urge reorientar nuestras vidas en el servicio desinteresado hacia los demás; Si recordamos las palabras pronunciadas por el Papa Francisco el Domingo de Ramos del pasado año asegurando que DIOS nos salvó sirviéndonos a su propio Hijo y nos sirvió de tal manera que dio su vida por nosotros.
Cuando sufrimos: es Él; cuando nos vemos solos: es Él; cuando perdemos a alguien: es Él; cuando somos incomprendidos: es Él; cuando un hermano sufre: es Él; cuando viene la tentación de cualquier tipo: también Él la sufrió.
Redescubramos qué la vida no sirve sino la utilizamos para servir,
Y aprovechemos estos días de recogimiento en esta Semana Santa para a ser mejores personas, qué volvamos a ser dominicanos solidarios, respetuosos, alegres y entusiastas y dejemos a un lado toda esa violencia intrafamiliar y exterior para que sigamos siendo un País hospitalario, hermoso y de paz.
Quinta palabra: Tengo sed
Monseñor Jesús Castro Marte:
“Después de esto, sabiendo Jesús que todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura dijo: Tengo sed. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca” (Juan 19, 28).
Esta palabra de Jesús —tengo sed— sigue resonando en nuestros oídos con el mismo ímpetu con que fue pronunciada por el Cordero inocente desde aquel lugar de padecimientos y dolores. Es el Siervo de Yahvé que anunciará la salvación, que será luz para las naciones, que se ofrecerá él mismo a la muerte para salvar a todos y que finalmente será glorificado por Dios, cumpliendo así una función intercesora por toda la humanidad.
Es el mismo de quien las Escrituras habían dicho “que sería llevado como oveja al matadero, sin abrir la boca para quejarse y entregaría su vida por todos nosotros”.
Jesús desconocido, abandonado y crucificado tiene sed. Es una sed espantosa. Ha tenido que soportar el tormento de la flagelación y la crucifixión y no ha comido ni bebido nada desde la noche anterior. La pérdida de sangre produce sed.
El que había invitado al pueblo de Israel: “Si alguno tiene sed que venga a mí y beba” y le había dicho a la mujer samaritana: “El que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para la vida eterna” (Jn 4,10.14), es el mismo que grita desde la cruz: tengo sed.
Pero no se trata simplemente de una sed fisiológica, la clave para entender la naturaleza de la sed de Jesús crucificado se encuentra en el mismo relato de la samaritana, pues, sucede que, cuando la mujer se interesa por aquella agua que le había ofrecido, a Jesús se le pasa su sed.
Saciaremos la sed de Cristo si nosotros respondemos como la samaritana.; si nosotros en primer lugar, arrepentidos de nuestros pecados, nos acercamos a su Corazón para beber de él; si somos sensibles con el hermano necesitado.
Saciaremos la sed de Jesús cuando se erradique la cultura de la corrupción política en nuestro país, que les ha robado por generaciones, principalmente a los más pobres, educación de calidad y salud digna. Como he expresado en ocasiones anteriores “es una lacra que está destruyendo la sociedad de República Dominicana, y favorece el crecimiento del narcotráfico, y del mal manejo del patrimonio que hemos creado.” No puede seguir teniendo vigencia la malsana práctica del “borrón y cuenta nueva”, en donde se encubren los actos de corrupción de un gobierno a otro, pues como denunciaron los obispos dominicanos “el robo sistemático del erario por políticos sin escrúpulos y empresarios aprovechados, que exhiben grandes fortunas adquiridas sin sacrificio alguno y de manera impune, es uno de los grandes atentados contra el pueblo dominicano”.
Saciaremos la sed de Jesús cuando exista una administración sana de la justicia, que los gobiernos de turnos han secuestrado para garantizarse impunidad colocando sus cuadros políticos en las instituciones que la aplican, donde también la corrupción tiene su espacio, “sea porque los procesos están viciados desde su raíz o porque algunos jueces se han quitado la venda de los ojos para ver según su conveniencia a quién aplicarla” (cf. Mensaje de los Obispos, 27 de febrero 2018).
Saciaremos la sed de Jesús cuando no tengamos que volver a presenciar como sociedad un crimen tan horrendo y abominable como el llevado por la Policía Nacional que le sesgó la vida a Joel Díaz y Elizabeth Muñoz cuando regresaban de predicar el Evangelio y llevar palabras de vida eterna a otros hermanos en la fe cristiana. Esto nos ha consternado e indignado, pero no puede quedar ahí, la reforma integral policial no se puede seguir postergándose, ni puede quedarse en un tema de discurso y promesa política. Sr. Presidente, usted tiene la responsabilidad histórica de transformar esa institución, en donde se anidan estructuras mafiosas y criminales al servicio de los intereses más oscuros de nuestra sociedad.
Jesús grita desde la cruz: tengo sed, luego inclina la cabeza y entrega el espíritu, confirmando su muerte un soldado romano. Que mensaje tan contundente sigue siendo el de Jesús crucificado para un mundo que aprueba la muerte al inocente. Todo cristiano debe encontrar aquí la fuerza necesaria para defender el valor de la vida desde la concepción hasta la muerte, en un momento en que los legisladores y el Poder Ejecutivo reciben fuertes presiones de poderes externos para legislar en contra de la vida. Jesús siendo inocente fue condenado como un criminal por las autoridades de ese entonces. De igual forma, grupos pretenden que las actuales autoridades condenen a muerte a vidas inocentes al permitir el aborto en tres causales. A aquellos legisladores que legislen en contra de la vida y a favor de la muerte de vidas inocentes, les recordamos, que luego no podrán lavarse las manos como Pilato y el bien siempre triunfa sobre el mal.
Señor danos hambre y sed de justicia, de amor, de misericordia, de perdón y unidad. Que siempre tengamos sed de ti Señor “Como busca la cierva corriente de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; tiene sed de Dios, del Dios vivo” (S 42,2s). “¡Oh Dios! Mi alma está sedienta de Ti, como tierra reseca, agostada, sin agua” (S 63,2)
Sexta Palabra: “Todo está consumado”
El presidente de la Junta Central Electoral, Román Jáquez Liranzo, analizó esta palabra.
La sexta palabra que dice Jesús a la hora de su muerte es que “todo está cumplido”. Él está terminando su vida, su historia, su misión. Mira la obra que el Padre le encomendó: ser el Redentor de la humanidad, ser el cordero que se entrega y se inmola para dar la salvación a todos los hombres. “Todo está consumado”, significa que Él realizó, siendo obediente hasta la muerte, la misión que el Padre le confió.
Pero en nuestra vida, en nuestra sociedad, en nuestro sistema democrático no todo está cumplido. Ni en la iglesia, ni en el mundo, ni en nuestra familia, sino que todo está por cumplirse. Ojalá también nosotros podamos, al final de nuestras vidas, de nuestros proyectos, de nuestras funciones públicas, pronunciar esta misma frase de Cristo, con alegría y con la certeza de haber descubierto y cumplido nuestra misión. Que podamos asumir nuestra existencia y nuestros deberes con responsabilidad e integridad hasta las últimas consecuencias.
Nuestro país espera que nosotros le sirvamos, la familia espera que cumplamos nuestro deber. Esperan que el poder político y el sistema electoral a través de sus órganos de administración, jurisdiccional y partidos, agrupaciones y movimientos políticos se comprometan y cumplan la misión que la sociedad le ha confiado. Y que al final, lleguemos a la meta y cumplido el objetivo, pudiendo decir “todo está consumado”.
Séptima Palabra: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”
Víctor D ´Aza, secretario general de la LMD, habla sobre esta expresión.
Es la séptima palabra, con la que se pone fin a la Pasión y vida terrenal de Jesús. Representando la entrega, la paz, la serenidad, la confianza y el amor de un hijo que se abandona a los brazos de su padre. El sacrificio de Cristo es la evidencia tangible de lo que significa el verdadero amor de Dios para con nosotros en la tierra: un amor que se dona, que se entrega, que sobrepasa el sufrimiento y lo glorifica.
Jesús parte entregando su cuerpo físico, pero no su alma. Porque devolvió su espíritu a su Padre no con reproches, ni soberbias, sino con un grito triunfante de entrega y sumisión. Es evidente que las Siete palabras reflejan su dolor en la cruz, pero también su confianza en Dios.
En la época actual el mundo atraviesa por grandes retos, hemos tenido que adaptarnos a una realidad que para muchos probablemente resultaba impensable, la pandemia causada por el Covid-19, que ha cambiado la forma de vivir y el modo de relacionarnos, muchas personas han perdido a familiares, sus empleos, sus ahorros, su normalidad.
Esta semana de recogimiento y reflexión nos encuentra abrumados aún por la pandemia, pero con la esperanza de un cambio por la vacuna que aplica el gobierno en la población.
El país recupera su economía y el activismo de su desarrollo, aunque de manera progresiva, que el Banco Central anuncia un crecimiento económico, pese a las restricciones.
Que Dios siga brindando sabiduría a nuestro presidente Luis Abinader para que siga con bríos aplicando medidas en combate al COVID 19, y que continúe el cambio en la nación, con un gobierno ético y moral, de combate a los males de la corrupción y la impunidad.
Esta semana mayor que los dominicanos tomen las previsiones para protegerse y mantener el distanciamiento para evitar los contagios, así como mantener prudencia cualquiera que sea su destino en este asueto.
Aprovechemos estos días para reflexionar, cuidarnos y encontrar la paz en Cristo Jesús.
Catedral Primada de América Santo Domingo – Diario Libre