Opinión por Eddy Olivares

En medio de la descarnada confrontación que libra con su compañero de partido y presidente de la República, Danilo Medina, el expresidente de la República y presidente del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Leonel Fernández, se autoproclamó “guardián de la Constitución”, como si el Tribunal Constitucional no cumpliera con su preponderante obligación, consagrada en el artículo 184, de garantizar la supremacía de la Constitución, la defensa del orden constitucional y la protección de los derechos fundamentales.

Con una audacia que ha sorprendido hasta a sus propios seguidores, el prominente líder peledeista, hasta ahora, ha enfrentado exitosamente los aprestos del presidente Danilo Medina de reformar la Carta Sustantiva para buscar una tercera reelección.

Sin embargo, el expresidente Fernández no merece llevar el título de “guardián de la Constitución”, debido a que en lugar de abogar por su respeto integral, únicamente defiende la permanencia inalterable del artículo 124 que establece, en cuanto al procedimiento para la elección presidencial, lo siguiente: “…El Presidente o la Presidenta de la República podrá optar por un segundo período constitucional consecutivo y no podrá postularse jamás al mismo cargo ni a la Vicepresidencia de la República”, así como de la disposición transitoria vigésima, que dispone que: “En caso de que el Presidente de la República correspondiente al período constitucional 2016-2020 sea candidato al mismo cargo para el período constitucional 2016-2020, no podrá presentarse para el siguiente período ni a ningún otro período, así como tampoco a la Vicepresidencia de la República”.

Para el exgobernante, Leonel Fernández, las dos disposiciones antes citadas, determinantes para la conquista del poder, componen la Constitución Política, siendo irrelevantes artículos como el 146, que proscribe la corrupción, así como los relativos al derecho a la salud, la vivienda, la seguridad social, el trabajo, la educación, la igualdad, la seguridad alimentaria, entre otros derechos de los ciudadanos que los gobiernos del PLD han ignorado.

Nadie ha creído en la sinceridad de la defensa de la Constitución que ha hecho el presidente del PLD, Leonel Fernández. Es obvio que lo que en realidad defiende es la posibilidad de ser el candidato presidencial de su partido para las elecciones del 2020.

Hasta el año 2012, más que un guardián, el expresidente, Leonel Fernández, fue el dueño de la Constitución. Ahora es Danilo Medina, porque el amo de la Carta Magna dominicana es el presidente de la República.

Reformar la Constitución no es extremadamente difícil para un presidente poderoso, como el dominicano, que se puede comparar, sin exageración, con un monarca.

Tal y como lo ha hecho en esta ocasión el presidente Medina, los mandatarios dominicanos, tradicionalmente, han jugado a mantener la expectativa de que se mantendrán en el poder más allá del período para el cual fueron electos. Ese espacio de tiempo, que llena de incertidumbre a la sociedad, ha sido agotado ventajosamente por el presidente Medina.

En conclusión, es tiempo impedir que la Constitución continúe modificándose cada cuatro años a favor de la continuidad el presidente, para que, por lo menos en ese aspecto, deje ser un simple pedazo de papel, como sentenció el destacado líder socialdemócrata y constitucionalista alemán, Ferdinand Lasalle.