Juan Pablo Duarte pasó  a la historia como la más alta expresión de honestidad, transparencia, solidaridad y desprendimiento personal. Es Ejemplo a seguir

«La historia se basa en los valores que deben practicar los líderes a través de los tiempos y –puedo afirmarlo- nuestro amado Juan Pablo Duarte es el indiscutido ejemplo a imitar en la República Dominicana”.  Maestro Filiberto Cruz Sánchez

Hoy 26 de enero, los dominicanos festejan los 208 años del nacimiento de quien tuvo la visión, el coraje y disposición de trabajar organizadamente para que el país se librara del yugo haitiano, en febrero de 1844.

El patricio Juan Pablo Duarte en las distintas etapas de su vida fue expresión viva de altos valores como ser humano. 

Respeto y obediencia

Los datos que cogen su niñez nos muestran valores tales como el respeto y la obediencia.

Juan Pablo fue bautizado en la iglesia de Santa Bárbara el 4 de febrero de 1813. Sus primeras enseñanzas las recibió de su madre y, más tarde, asistió a una pequeña escuela de párvulos dirigida por una profesora de apellido Montilla. De allí pasó a una escuela primaria para varones, donde desde muy temprano dio muestras de una gran inteligencia. Fue admitido más tarde en la escuela de don Manuel Aybar, completando sus conocimientos de lectura, escritura, gramática y aritmética elemental.

Aplicado y con deseos de superación

Siendo casi un niño recibió clases sobre teneduría de libros para pasar, ya adolescente, bajo la tutoría del doctor Juan Vicente Troncoso, uno de los más sabios profesores de entonces. Con él estudió Filosofía y Derecho Romano, mostrando, una vez más, su gran deseo de superación y de amor por los estudios.

Con una práctica ejemplar, Juan Pablo Duarte pasó  a la historia como la más alta expresión de honestidad, transparencia, solidaridad y desprendimiento personal.

Vocación de servicio

Tuvo una  indeclinable vocación para servir en cuerpo y alma a las mejores causas de su siempre añorada patria.

Humildad y sencillez

El vivir sencillo y su destacada negativa a pasar factura por las luchas patrióticas libradas, hacen de Duarte el referente ante las insanas actuaciones de algunos líderes políticos que hoy pululan en el ámbito social dominicano

Desprendimiento y amor por la patria

Mercedes Castillo, presidenta del CDP, enfatizó el gran desprendimiento del joven Juan Pablo Duarte y el de su familia para lograr la Separación de Haití y de Fundar la República Dominicana, junto a los patricios Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella,entre otros trinitarios.

«Nada más digno y encomiable que practicar el amor a la patria como lo han hecho y siguen haciendo colegas en favor de la población y de toda la sociedad», apuntó la presidenta del CDP.

En su diálogo para los lectores de EL UNIVERSITARIO, el maestro Cruz Sánchez citó tres importantes comunicaciones en las que reflejó elocuentemente su labor transparente y su no involucramiento en acciones dolosas.

Al respecto, reseñó que el constructor de la soberanía envió a sus padres una comunicación cuando estaba en Curazao -en febrero de 1844- y que el historiador denomina “La Carta del Sacrificio de Duarte”.

En esa esquela, Juan Pablo, sin saber que su padre había fallecido en noviembre del 1843, invocaba al sacrificio por parte de su familia para que se desprendiera de cualquier riqueza material -a cambio de nada- con la finalidad de hacer posible la independencia nacional.

Dando otra efectiva demostración de desprendimiento personal, Duarte declinó ser el presidente de la República y sí pidió que se realizaran elecciones libres, a pesar de ser proclamado como presidente en una acción militar con Mella al frente.

Veinte años después, Duarte volvió a territorio dominicano para combatir a favor de la Restauración y proclamó su desinterés por cualquier posición y reafirmó que sólo luchaba por ver libre a su país.

Pulcritud y honestidad de Juan Pablo Duarte: ejemplo para enseñar honestidad

Ejemplo para enseñar honestidad

La honradez de Duarte quedó demostrada cuando en abril de 1844 fue enviado a Baní, al mando de unas tropas para repeler al ejército haitiano, como parte de la resistencia patriótica en la región del Sur.

Para realizar la jornada encomendada, Duarte recibió la suma de mil (1,000.00) pesos que, en esa época, era una suma respetable. Sin embargo, independientemente de la cantidad de dinero que recibió, enseña la forma transparente con que deben actuar quienes desempeñan funciones públicas.

El 12 de abril del mismo año Juan Pablo Duarte regresó a la capital, rindió un informe de los gastos que tuvo que hacer y devolvió el dinero que no utilizó.

Frente al funcionario de la Junta Central Gubernativa que le recibió, Duarte expresó que “vengo a rendir cuentas de los gastos que hice en la expedición a Baní con las tropas que fueron bajo mis órdenes”.

Inmediatamente Juan Pablo Duarte entregó un detallado informe donde hizo constar el más mínimo gasto que conllevó cumplir la misión patriótica que se le asignó .

En su informe Duarte explica que “por gastos hechos en el camino: 1.00 (un peso); por raciones para el Estado Mayor y agregados a él desde su salida de Santo Domingo y su vuelta, 14 hombres sin contarme yo: 39 pesos con 12 centavos; papel blanco, 1:00; para 8 militares y bastimento: 1.00.

Detalló además que “para maíz: 2.00; al sargento Carriles una ración atrasada: 50.00; al Batallón Castillo por su buen comportamiento con los habitantes sin estar racionado le entregué como gratificación: 10:00; al comandante Rafael, que estaba enfermo, para alimentos: 150:00; para la tropa, plátanos y raciones 2:00 (dos pesos).

También, dice el informe, que “compré un novillo para racionar a la tropa : 20:00; plátanos para racionar a la tropa: 6:00; un quintal de azúcar para la tropa: 4:00; por cuatro platos de hojalata para la tropa: 4:00; por dos cueros para las cajas de la tropa:3:80; al capitán Martín Girón, que se enfermó: 16:00; al señor Ramírez, miembro de la Central: 10:00”.

Duarte explicó que “de los 1,000.00 pesos que recibí gasté 173:00. pesos; por lo que estoy devolviendo a la Junta 827:00”.

Santo Domingo, 12 de abril de 1844

Firmado: Juan Pablo Duarte

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