Orientación por una Cultura de Paz

Por Viçen Fisas
Titular de la Cátedra UNESCO

Educar para una cultura de paz significa educar para la crítica y la responsabilidad, para la comprensión y el manejo positivo de los conflictos, así como potenciar los valores del diálogo y el intercambio y revalorizar la práctica del cuidado y de la ternura, todo ello como una educación pro-social que ayude a superar las dinámicas destructivas y a enfrentarse a las injusticias.

En el informe de la UNESCO presentado por Jacques Delors señala que la educación ha de organizarse alrededor de cuatro aprendizajes, que serán los pilares del conocimiento a lo largo de la vida de cada individuo, y que perfectamente podrían considerarse también los cuatro ejes de la educación para la paz:


1) Aprender a conocer, esto es, adquirir los instrumentos de la comprensión
2) Aprender a hacer, para poder actuar sobre el entorno
3) Aprender a vivir juntos, para participar y cooperar con los demás en todas las actividades humanas

4) aprender a ser, progresión esencial que participa de los tres aprendizajes anteriores

Propuestas de la educación para la paz

Educar para la crítica y la responsabilidad

Ello supone que se prepare a los ciudadanos para que sepan manejar situaciones difíciles e inciertas.

Prepararlos para la responsabilidad individual.

Esta última ha de estar ligada al reconocimiento del valor del compromiso cívico, de la asociación con los demás para resolver problemas y trabajar por una comunidad justa, pacífica y democrática«

Una educación pro-social y para la convivencia

VIVIENDO EN Y CON PAZ - Cenfol

La educación para la paz, ha de ser una esfuerzo capaz de contrarrestar las tendencias afianzadas en la cultura de la violencia, para entonces consolidar una nueva manera de ver, entender y vivir el mundo, empezando por el propio ser y continuando con los demás, horizontalmente, formando una red, dando confianza, seguridad y autoridad a las personas y a las sociedades, intercambiándose mutuamente, superando desconfianzas, ayudando a movilizarlas y a superar sus diferencias, asomándolas a la realidad del mundo para alcanzar una perspectiva global que después pueda ser compartida por el mayor número posible de personas.

El reto de la educación y de la cultura de paz, por tanto, es el de dar responsabilidad a las personas para hacerlas protagonistas de su propia historia, y con
instrumentos de transformación que no impliquen la destrucción u opresión ajena,
y no transmitir intransigencia, odio y exclusión, puesto que ello siempre supondrá la anulación de nuestro propio proyecto de emancipación y desarrollo.

Las propuestas de la educación para la paz, en suma, recogen un amplio conjunto de propuestas bien conocidas por la psicología y la educación pro-social, y que constituyen el antídoto de las conductas delincuenciales, violentas y anti-sociales (Uraa, 1997): afecto familiar, apoyo, autoestima, estimulación desde el entorno, motivación de logro, mayor grado de empatía y de interés por los demás, convivencia con normas, límites, patrones y valores; control de impulsos,
desarrollo de la afectividad, educación en los ideales, en la apreciación de lo distinto, en la reflexión, en la utilización de la palabra como forma de resolver los problemas; aprender el sentido de aceptar las consecuencias de nuestros actos (o inhibiciones), de tomar conciencia de lo que es bueno y de lo que inaceptable; educar en la comprensión espática, el razonamiento, la sensibilidad, la atención y la confianza, en interactuar con el entorno, a ser tolerantes, a dialogar, a ser dúctiles, a tener capacidad de autocrítica, a saber perdonar, a ser creativos, a tener curiosidad por la Naturaleza, a no tener reparos en mostrar los sentimientos, a sonreír, a estar dispuestos para ayudar, a cuidar las amistades, a ser amables, altruistas y solidarios, en confiar en nosotros mismos, a razonar de forma objetiva, a admitir los problemas, el sufrimiento, las frustraciones y las limitaciones propias, a utilizar el pensamiento alternativo, a ser sinceros (con uno mismo y con los demás), a desarrollar el sentido del humor, a ser responsable, a no tener miedo a la libertad, a construir la propia identidad sin excluir a los distintos, a preguntar y a preguntarse, a no imponer el criterio propio, a buscar un equilibrio entre la exigencia de los derechos y los deberes.

Fomentemos una cultura de paz

Ministerio de Cultura Cusco

Forjar una cultura de paz es hacer que los niños y los adultos comprendan y respeten la libertad, la justicia, la tolerancia, los derechos humanos, la tolerancia, la igualdad y la solidaridad. El concepto de cultura de paz se ha ido configurando al amparo de un vasto movimiento sociopolitico que aglutina a interlocutores del sistema de las Naciones Unidas y otras muchas instancias. Las amenzas que pesan sobre la paz se visten de muchas formas distintas, desde la falta de respeto por los derechos humanos, la justicia y la democracia hasta la pobreza o la ignorancia. La cultura de Paz es una respuesta a todas esas amenazas, es una busqueda de soluciones que no pueden imponerse desde el exterior, sino que han de provenir de la actitud de la persona en la sociedad.


Fuentes: Kookai . OrgVideo Ministerio de Cultura Cusco – Video
Mariangel Mastrodomenico