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Opinión Por Pedro P. Yermenos Forastieri

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Los criterios asumidos para la composición de la nueva Suprema Corte de Justicia, no pueden ser desvinculados de los que han prevalecido, en casi 20 años, en la integración de las Altas Cortes, así como de organismos de fiscalización y control del gasto público y la entidad encargada de organizar los procesos electorales.

En todos los casos, la voluntad política se ha manifestado en la dirección de garantizar las mayorías requeridas que aseguren los resultados esperables por los responsables de la elección, de manera particular en aquellos casos que puedan tener derivaciones de naturaleza penal.


Es cierto que se trata de decisiones de connotación política, por lo que, mal podría esperarse que quienes controlan estamentos que tienen a su cargo una tarea constitucionalmente asignada, se decanten por personas que no respondan a sus concepciones del Estado y a políticas públicas que quieran impulsare desde el poder.

Eso se comprende y no se objeta, pero es algo distinto privilegiar personas cuya principal característica es su incondicionalidad ante quienes se consideran deudores de sus cargos y, por lo tanto, ante quienes harían lo necesario para satisfacer sus intereses políticos.

La terrible repercusión de esto es que se convierte en un aniquilamiento de las esencias de los demás poderes del Estado, lo cual es consustancial a la existencia de una auténtica democracia, la cual, ante un cuadro de predominio del Poder Ejecutivo, se traduce en caricatura de pésimo gusto.


El caso actual tiene lecturas que revisten peligro por los acontecimientos suscitados durante el proceso y las justificaciones ofrecidas por el CNM para sustentar la conformación realizada. El lamentable episodio en torno a Miriam Germán, el cual produjo una reacción de solidaridad ante ella; la política de tierra arrasada aplicada y la ausencia de exposición de razones por las cuales se excluyeron 7 jueces del tribunal, constituyen pruebas inequívocas de que estamos frente a un poder que no repara en nada si hacerlo implica alejarse un ápice de sus necesidades políticas.


El presidente del Senado informó que el CNM había escuchado a sectores sociales respecto a una renovación profunda de la SCJ, lo que intenta justificar en conjunto la decisión tomada.

Sin embargo, las evaluaciones para determinar si un juez sale o continúa en el tribunal, son individuales. Al margen de selecciones inobjetables, queda claro que el CNM ha actuado de espaldas a la institucionalidad y acorde a las motivaciones de quienes lo controlan.

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Fuente El Nacional

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