Opinión Por: Eddy Olivares Ortega
El 2020 quedará registrado en la historia electoral dominicana como el insólito año en el que fueron aplazadas dos elecciones ordinarias generales.
En ese sentido, nadie olvidará jamás el dramático anuncio hecho por el presidente de la Junta Central Electoral (JCE), Julio César Castaños Guzmán, a las 11:11 de la mañana del 16 de febrero del 2020, mediante el cual oficializó la inaudita suspensión de las Elecciones Ordinarias Generales Municipales correspondientes a ese día, debido a un extraño fallo del sistema del voto automatizado.
La decisión del órgano electoral, que generó preocupación en toda América Latina, le puso fin a una cadena de 20 elecciones generales ordinarias que se habían celebrado, consecutivamente, después de la caída de la dictadura de Trujillo.
Sin embargo, para sorpresa de todos, gracias a la madurez y el civismo del liderazgo político y del pueblo, no se produjo ninguna manifestación de violencia, lo que facilitó que la JCE pudiera hacer, de inmediato, una nueva convocatoria de las elecciones, el día 15 de marzo del 2020. Es justo reconocer que las referidas elecciones fueron bien organizadas y exitosas.
Muchos pensaron que nunca más volverían a ser testigos de la suspensión de unas elecciones generales ordinarias, hasta que una contagiosa pandemia, provocada por un nuevo coronavirus, arrodilló al mundo y cambió las agendas a todos sus gobiernos.
A causa del COVID-19, dos meses después de la suspensión de las elecciones municipales, se tomó la inevitable decisión, acogida de forma unánime por los partidos políticos, de suspender las Elecciones Ordinarias Generales Presidenciales, de Senadores, de Diputados y de Representantes ante el Parlamento Centroamericano, que estaban fijadas en la Constitución Política para celebrarse el 17 de mayo del 2020.
Después de una gran incertidumbre, provocada por la falta de previsión de las normas en lo relativo a la suspensión de las elecciones y la probabilidad de que no pudieran llevarse a cabo antes del vencimiento del mandato presidencial y congresual, que concluía el 16 de agosto del 2020, el órgano electoral volvió a convocar las elecciones, las cuales, finalmente, fueron celebradas el día 5 de julio del 2020.
Precisamente, fueron esas históricas elecciones las que generaron el otro gran acontecimiento electoral del 2020: la elección del candidato del Partido Revolucionario Moderno, Luis Abinader Corona, como presidente de la República.
Todos en el entonces gobernante Partido de la Liberación Dominicana creyeron haber encontrado en la pandemia la llave mágica que les permitiría encender de nuevo la nave electoral para continuar gobernando hasta el 2044, como había pronosticado, desde el poder, el ex presidente, Leonel Fernández.
Pero, la esperanza de provocar una segunda vuelta con los recursos del Estado y los aportes de los grandes beneficiarios de la Era de los 16 años del PLD no fueron suficientes para detener la voluntad de cambio del electorado y mantenerse en el poder por cuatro años más.
Finalmente, en las mencionadas elecciones prevaleció la voluntad libre de la mayoría de los electores y, dieciséis años después, llegaron a su fin los gobiernos hegemónicos del Partido de la Liberación Dominicana.
Por tal razón, ahora que se ha producido la alternancia en el poder, como diría Churchill, la democracia dominicana se encuentra abonada adecuadamente.
@EddyOlivares14