Fechas Memorables

Luperón formaba parte del grupo de dominicanos que se rebelan contra este hecho. Como producto de esta rebeldía, es hecho prisionero. Logra escaparse, y se va al exilio a Haití, Estados Unidos y Curazao.

Al tiempo, regresa en forma clandestina por Montecristi, y toma parte en el Levantamiento de Saban.

Tras una primera derrota se retira a las montañas y desde La Vega, fomenta la rebelión, hasta que después del llamado Grito de Capotillo el 16 de agosto del 1863, alcanza la jefatura de un Cantón, y luego el rango de general.

Fue un hombre de un fuerte sentido patriótico y de gran valor en el uso de las armas y las estrategias de guerra. Por estos méritos se le designa Jefe Superior de Operaciones en la Provincia de Santo Domingo, se bate de frente al ejército español, que era comandado por Pedro Santana, por entonces, Marqués de Las Carreras. Paso a ser poderoso y disciplinado, el ejército español, fue derrotado en una estrategia de guerra de guerrillas, debido esto, a la inferioridad en número y en calidad de medios por parte de los rebeldes.

Vencido el ejército español, aceptó el cargo de Vicepresidente de la Junta Gubernativa. Restaurada la República, regresó a su pueblo natal, Puerto Plata, rodeado de la admiración y del cariño del pueblo dominicano que lo aclamó y lo aclama desde entonces, como la espada más firme en defensa de sus ideales patrios.

Se opuso al regreso al poder de Buenaventura Báez, lo cual le conlleva al destierro y expulsión del país. Pocos meses después, regresa para integrar el movimiento llamado Triunvirato de 1866, que derroca a Báez y se convierte en gobierno.

El Triunvirato es indisuelto en 1866 a favor de una constitucionalidad, para que asuma la Presidencia de la República, el General José María Cabral.

Este gobierno es derrocado en 1868, y Luperón es obligado de nuevo a salir del país, por oponerse a las pretensiones anexionistas de Báez, quien mira hacia Estados Unidos en este nuevo propósito.

Luperón logra preparar una expedición llamada “El Telégrafo”, debido al nombre del barco utilizado para la misma.

Fracasa la expedición revolucionaria por la intervención de los Estados Unidos, con quien Báez estaba teniendo entendimientos para la venta de la península de Samaná. Esto motiva un nuevo extrañamiento de su país. Recabó apoyo de la opinión pública en América Latina en contra del propósito de Báez, y envió protestas al Senado de los Estados Unidos.

Cuando Báez es expulsado del poder por la “Revolución Unionista” en 1873, Luperón pudo regresar a Puerto Plata.

Al ascender al poder Ulises Espaillat, Luperón es nombrado en el cargo de “Ministro de Guerra y Marina”.

Ante la renuncia de Espaillat, de nuevo Luperon es exiliado, y espera cerca de dos años, a que sus antiguos enemigos González y Báez se alternen en el poder para un nuevo regreso al país.

Tras el derrocamiento del gobierno de Cesáreo Guillermo, se establece un “gobierno provisional”, el cual es presidido por Luperón, con su sede en Puerto Plata. Los catorce meses de este gobierno fueron de paz, de libertad y de progreso, produciendo unas elecciones limpias en 1880, en donde fue electo Presidente de la República el Presbítero Fer­nando Arturo de Meriño, que también fue respaldado por Luperón.

En este gobierno fue designado como Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Europa. De regreso al país, es nombrado Delegado del Gobierno en el Cibao durante el régimen de Francisco Gregorio Billini. Tras cuya renuncia en 1885, se une al Vicepresidente Alejandro Woss y Gil.

Desde su cargo, y tras la revolución de 1886, Luperón se enfrenta a ésta en Puerto Plata, contribuyendo con ello al triunfo de Ulises Heureaux y el ascenso de éste a la Presidencia, en el año 1887.

Heureaux, también de Puerto Plata, y quien había sido un valiente restaurador como Luperón, comenzó a desarrollar un gobierno despótico y dictatorial, lo cual generó en Luperón arrepentimiento y decepción. Esto hizo que se marchara al exterior a combatirlo. Su campaña fracasó por falta de apoyo del gobierno haitiano.

Enfermo en la isla de Saint Thomas, fue buscado por el mismo Ulises Heureaux, para morir en su pueblo natal Puerto Plata el 20 de mayo de 1897.

“Los hombres como yo no deben morir acostados”, dijo Luperón en el momento en que se daba cuenta que la vida se le escapaba. Intentó ponerse de pie, pero sólo pudo levantar la cabeza. Eran las 9,30 de la noche del jueves 20 de mayo de 1897. Puerto Plata, la ciudad que lo había visto nacer, ahora lo veía morir.


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