SEGURIDAD ALIMENTARIA
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO),
Buenos Aires –
América Latina y el Caribe «pueden y deben dar un paso adelante» para hacer frente a los crecientes índices de hambre y desigualdad en la región, un papel que la llevaría «a la vanguardia de la alimentación y la agricultura mundial». Este fue el mensaje transmitido este martes por el Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), QU Dongyu, ante un foro de líderes políticos regionales.
El discurso de Qu ante la VII Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), presidida este año por Argentina, fue pronunciado por el Economista Jefe de la FAO, Máximo Torero.
La CELAC es un mecanismo intergubernamental de diálogo y concertación política destinado a apoyar los programas de integración regional y está integrada por 33 países que albergan a cerca de 600 millones de personas.
Su papel es importante hoy en día, ya que en los últimos años se ha producido un debilitamiento de los esfuerzos colectivos hacia la integración regional y mundial.
«Las instituciones multilaterales tienen que innovar» para responder a las múltiples crisis sin precedentes, afirmó Qu, quien durante la reunión firmará varias cartas de intenciones para llevar a cabo proyectos en la región.
«Vivimos en el continente más desigual del mundo y de una vez por todas debemos emprender un proceso que nos lleve a la igualdad», afirmó el Presidente de Argentina, Alberto Fernández, en su discurso de apertura. «Es mucho más fácil lograr esos resultados trabajando juntos».
En su intervención, el Director General de la FAO detalló que la integración promovida por CELAC será clave para avanzar en áreas prioritarias de trabajo en la región, como la necesidad de ampliar el suministro de alimentos en el Caribe, donde las dietas sanas son caras; invertir en infraestructuras hídricas e iniciativas de producción de alimentos en Centroamérica, donde las sequías y la emigración son tendencias persistentes; mejorar el intercambio de alimentos entre los países de la región andina; y fomentar un amplio programa regional de infraestructuras para la producción, almacenamiento y transporte de alimentos que facilite el comercio y las exportaciones intrarregionales.
Aunque es natural dar prioridad a la protección de las economías nacionales, es importante tener en cuenta que «estamos todos juntos en este pequeño planeta y las medidas que se toman en un país afectan a todos los demás», dijo el Director General, citando la experiencia mundial de la pandemia del COVID-19 como ejemplo del valor y la importancia de la colaboración internacional.
La FAO puede apoyar eficazmente la aplicación de las iniciativas de la CELAC y los objetivos de todos los Miembros si se exponen claramente sus preocupaciones y se acuerdan soluciones tangibles y sostenibles, señaló.
Transformar los sistemas agroalimentarios para reactivar la agenda de los ODS
América Latina y el Caribe fue una de las regiones con mejores resultados en términos de reducción del hambre y la pobreza en la última década hasta 2015. Sin embargo, a pesar de ser la mayor región exportadora neta de alimentos del mundo, últimamente ha sufrido importantes reveses. Entre 2019 y 2021, el número de personas que padecen hambre aumentó un 30%, hasta 56,5 millones, mientras que el de las que están en situación de pobreza también ha aumentado.
Esto podría representar un retroceso de una década o más en el esfuerzo para reducir la pobreza y el hambre en la región, y obstaculizar los esfuerzos para reducir las desigualdades tal y como se establece en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 10, aseguró el Director General de la FAO.
Aunque el índice de precios alimentarios de la FAO ha descendido, lo que se ha traducido en un cierto respiro, la recuperación aún no es completa. Cada día tenemos más desafíos ya que los sistemas agroalimentarios del mundo operan bajo distintos riesgos e incertidumbres, incluyendo los derivados de la crisis climática y la ralentización económica, añadió.
Qu hizo un llamado urgente a la acción colectiva para enfocarse en las consecuencias sociales y económicas de la pandemia, el aumento de la inseguridad alimentaria, el incremento de los precios de los alimentos básicos, los fertilizantes y otros insumos agrícolas, la crisis climática, la erosión de la biodiversidad, la deforestación y la escasez de agua, así como la persistencia de la pobreza y el aumento de las desigualdades que están afectando especialmente a las poblaciones rurales, las mujeres, los jóvenes y los más vulnerables.
«Todos los equipos de la FAO en la región están preparados y plenamente comprometidos a proporcionar toda la experiencia técnica y la capacidad de la Organización a los gobiernos para ayudarles a afrontar el desafío actual de la seguridad alimentaria», afirmó. «Nadie puede hacerlo solo».
La mejor manera de hacerlo, a nivel regional y mundial, es transformar los sistemas agroalimentarios para hacerlos más eficientes, más inclusivos, más resilientes y más sostenibles, afirmó. «Es fundamental alcanzar nuestro objetivo común de las Cuatro Mejoras: mejor producción, mejor nutrición, un medio ambiente mejor y una vida mejor para todos», concluyó.