El papa emérito Benedicto XVI vivió sus últimos años recluido en el monasterio Mater Ecclesiae, dentro de los Jardines del Vaticano, cumpliendo su palabra de no hacer sombra a su sucesor, Francisco. Su pontificado estuvo marcado por poner fin al silencio de la Iglesia sobre los abusos sexuales de sacerdotes a menores.