Por: José Balcacer
La reputación de una persona, está establecida por hábitos, actitudes, costumbres y principios. Esa persona puede ser vilipendiada, acusada de cualquier acción impropia y hasta condenada por una justicia amañada, servil a los más mezquinos sentimientos de retaliación política. A pesar de ello, no mengua ni quebranta su reputación.
No hay gobierno, ni demandante que pueda destruir el honor de un persona noble y decente, porque esa fama y esa reputación no son inventos ni poses hipócritas, están logradas con las acciones y el ejemplo de trabajo, dedicación en lo que cree y lo que ama. Sencillamente están construidos a fuerza de servicio y solidaridad con su pueblo, mismo que lo eligieron en su momento, cuatro (4) veces congresistas y uno cuatro veces escogidos por sus iguales como presidente del Senado de la República y el otro una vez.
El caso de ANDRES BAUTISTA, convertido en figura Cimera de la política nacional, colocándose en el ranking de los posibles candidatos a presidente del país, lo que le valió llamar la atención de sus adversarios intrapartidarios y externos, quienes en un, un acuerdo quizás no pactado, complotaron en la intención de inhabilitarlo políticamente para sacarlo de posible competencia.
Ese perverso accionar y conveniencia transitará el camino del fracaso, sí la justicia se ejerce cómo debe ser, vendada, sin otro ingrediente que las “pruebas” si la hubiere y la íntima convicción.
De ser así, Un NO A LUGAR ES LO QUE CORRESPONDE, éste 21 de Junio, cuando Francisco Ortega Polanco, Juez Especial de la Suprema Corte de Justicia, despejado de todo prejuicio, ajustado a la verdad de los hechos y la ley, dictamine sentencia en benefició de la inocencia de ANDRES BAUTISTA Y JESÚS VÁZQUEZ.
Fuente: Periodismo y Sociedad