Por Rafael Peralta Romero.
Renovación.
Ahí está la clave de lo mejor que se le puede desear al pueblo dominicano en el año 2020, cuyos umbrales casi pisamos. Esa renovación debe ser integral y debe partir de un cambio en el estilo de gobernar, lo cual vale decir la forma de administrar los bienes públicos y dirigir las instituciones del Estado.
El modelo predominante en los últimos dieciséis años ha demostrado que el interés se centró en la acumulación de riquezas personales, para quienes gobiernan, a costa de los negocios estatales. La continuidad de esa organización al frente de los asuntos públicos constituiría la peor desgracia para “el noble y sufrido pueblo dominicano”.
El cambio de Gobierno se impone para imponer la decencia y la transparencia en el manejo de los recursos y volver al concepto de que gobernar es servir a todos, no solo a los dirigentes del partido gobernante. Gobernar para todos conlleva que los servicios sociales merezcan la debida atención y lleguen a la población eficazmente.
En nuestro país, la realidad es una afrenta: el sistema de salud, por ejemplo, no es una prioridad, por eso el presidente Danilo Medina viajó a los Estados Unidos a tratarse una afección epidérmica. La salud pública es un perfecto ejemplo de desatención. Los servicios privados, en tanto, funcionan con la misma rapacidad de un negocio financiero.
El cambio es urgente para que nuestro sistema educativo se torne capaz de cumplir las metas que le corresponden a la educación en la transformación de una sociedad de primitiva a civilizada, de caótica a organizada, de sumisa y pedigüeña a crítica y laboriosa. El principal problema de los dominicanos radica en la crisis de la educación.
Urge el cambio para que desde el Estado se dé importancia al desarrollo agrícola, fuente indispensable para la producción de alimentos y para la obtención de divisas mediante la exportación de rubros requeridos en los mercados internacionales. Menos vehículos de lujos y más implementos de trabajo es una exigencia del momento.
La República Dominicana necesita cambiar su rumbo, no puede continuar como un barco timoneado por una tripulación ebria. El grupo que gobierna desde 2004 anda borracho de poder y de apetencias desordenas de fortuna, no obstante estar podridos en cuartos. Ostentan sus bienes mal habidos con absoluta desvergüenza, pero quieren más.
La renovación conlleva independencia de los poderes del Estado y el predominio de la institucionalidad. El pueblo dominicano tiene en 2020, comenzando en febrero, la oportunidad de darse un “feliz año nuevo”, eligiendo personas adecuadas para las funciones públicas.
Es oportuno el cambio: Año nuevo, Gobierno nuevo.
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Fuente ATMÓSFERA DIGITAL-