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La economía de República Dominicana se recuperó de las disrupciones causadas por la pandemia de covid-19 más rápidamente que muchas otras, tanto en desarrollo como desarrolladas. A medida que el país resurge como líder del crecimiento en América Latina, está aplicando las lecciones de la pandemia para acelerar el crecimiento sostenible e inclusivo en la región.

Si bien la nación se reconoce por su dinámica industria turística, su resiliencia y su economía diversificada son igualmente dignas de mención. El crecimiento promedio de su PIB superó el 5% anual desde principios de siglo, reduciendo la pobreza a más de la mitad. Cuando el covid-19 golpeó en 2020, mermando el comercio mundial y las actividades turísticas que impulsaban el rendimiento del país hasta entonces, la economía se contrajo casi un 7% (similar a sus pares latinoamericanos).

El crecimiento repuntó tras la respuesta de la República Dominicana a la pandemia, desencadenando una tendencia al alza. En 2021, la República Dominicana registró una de las tasas de crecimiento más altas de América Latina, con una expansión de su economía superior al 12%, y se espera que registre un crecimiento del PIB del 5% para 2022, a pesar de las continuas turbulencias económicas mundiales.

La inflación se ha mantenido por debajo de la mediana latinoamericana y Standard & Poor’s mejoró recientemente la calificación crediticia de la deuda soberana del país de BB- a BB, basándose en la solidez de su respuesta oportuna e integral ante el covid-19 y la correspondiente recuperación económica; un resultado muy relevante para la tasa de financiación de la nación y un insumo crucial para el crecimiento de la economía en los próximos años.

Líder regional en crecimiento

Esta recuperación ha sido encabezada por el presidente Luis Abinader y su administración, quien asumió el cargo en agosto de 2020, cuando las vacunas aún estaban en fase de ensayos clínicos, el país no había firmado ni negociado contratos de vacunas, y el futuro estaba envuelto en la incertidumbre.

A través de medios innovadores y formas de colaboración, la República Dominicana, como pequeña nación insular, tomó valientemente su destino en sus propias manos: en el verano de 2021 logró una de las tasas diarias de vacunación por cada 100 habitantes más altas del mundo, incluso con una ventaja significativa sobre los principales bloques económicos. Esto encabezó el camino hacia la reapertura de nuestra economía. El turismo, que representa el 31% de la inversión extranjera directa (IED) y el 22% de las entradas de divisas, recuperó rápidamente su fuerza anterior a la crisis, y las llegadas siguen superando los niveles anteriores a la pandemia desde el otoño de 2021 (un logro que el FMI calificó de “notable recuperación del turismo”).

A pesar de esta notable gestión de la crisis y de la recuperación económica, aún quedan otras cuestiones pendientes. Como pequeño Estado insular en desarrollo con una población aproximada de 10 millones de habitantes, siguen enfrentándose a importantes retos entre los que se pueden destacar: la vulnerabilidad al cambio climático, una mayor necesidad de IED para las industrias de alto crecimiento, la desigualdad de ingresos y riqueza, y los retos humanitarios provocados por la continua violencia y los disturbios políticos en el vecino Haití.

No obstante, la experiencia de la pandemia nos ha proporcionado un modelo para responder con rapidez a distintos retos complejos. Esperamos que otros líderes puedan sacar provecho de nuestro aprendizaje.

1. Toma de decisiones ágil y basada en datos. Para ofrecer respuestas precisas, necesitábamos construir datos con rapidez. Esto requería la participación conjunta de múltiples entidades por primera vez y cada minuto podía significar salvar una vida. Poco después de asumir el cargo, creamos el “Centro Neurálgico”, un órgano primario de toma de decisiones para responder a los retos del covid-19. Esto exigió creatividad y alejarse de la acción gubernamental tradicional para lograr resultados extraordinarios en poco tiempo.

Se recopilaron datos de distintas entidades públicas, incluidos los registros de población y del Ministerio de Salud Pública, que en su mayoría se habían llevado manualmente. Se crearon mecanismos de bajo coste, incluidos dispositivos móviles, para recopilar nuevos datos sobre el progreso de la vacunación. Los registros en papel se digitalizaron casi de la noche a la mañana, una tarea aparentemente imposible incluso en circunstancias normales. Las capacidades desarrolladas durante la pandemia también serán centrales cuando nos enfrentemos a nuevos retos, sobre todo para generar nuevas oportunidades económicas, sociales y medioambientales.

2. Modelos de colaboración integrados e innovadores con el sector privado, el mundo académico y la sociedad civil. Una respuesta eficaz requería aprovechar las mejores ideas, capacidades y soluciones de todos los sectores y partes interesadas.

El Centro Neurálgico puso en marcha nuevas formas de abordar cuestiones nacionales acuciantes de manera continua e integrada y utilizó estas colaboraciones para responder a preguntas difíciles: ¿Cómo conseguir vacunas entrando tarde en una carrera mundial que había empezado incluso antes de tomar posesión? ¿Cómo adquirir jeringuillas con existencias mundiales inmediatas limitadas para las naciones en desarrollo? ¿Cómo llevar a cabo una campaña nacional de vacunación dirigida a millones de personas (#vacunateRD)? ¿Cómo acceder a las comunidades de las zonas rurales y urbanas? ¿Cómo coordinar a escala una operación nacional en la que participen tantos ministerios, organismos, finanzas e instituciones públicas?

Invitar a líderes empresariales y otras partes interesadas a la mesa para una colaboración práctica con el gobierno permitió a la República Dominicana aprovechar nuevos conocimientos y recursos que resultaron fundamentales para nuestra respuesta a la pandemia: no dejar atrás a nadie que estuviera dispuesto a vacunarse. Nuestra administración pretende ahora hacer de las colaboraciones intersectoriales la “nueva normalidad” para abordar futuros retos a escala nacional.

3. Centrarse en el bienestar y los medios de subsistencia del pueblo dominicano. El covid-19 amenazó el bienestar económico y financiero de la población, así como su salud física y mental. La República Dominicana trató de protegerlos mediante una respuesta a la pandemia equilibrada y orientada a la salud pública. Debido a su destacado papel en nuestra economía, la República Dominicana apoyó el turismo, al tiempo que minimizaba los riesgos para la salud mediante vacunaciones, mandatos de mascarilla, distanciamiento social y toques de queda nocturnos.

La economía se reabrió gradualmente por regiones basándose en revisiones diarias del progreso de la vacunación, equilibrando la aceleración de la recuperación económica y la protección de vidas. Los beneficios de este enfoque ya se están cosechando. En 2022, las inversiones extranjeras directas alcanzaron un 32% más que en el año 2019, antes de la epidemia. Las exportaciones aumentaron un 26%, influidas por los notables resultados de las zonas francas. En general, las actividades relacionadas con el turismo siguen repuntando, y el ecoturismo está preparado para impulsar aún más la expansión con la sostenibilidad como eje central.

Utilizando el plan en tres etapas descrito anteriormente, el país también pretende impulsar la IED, invertir en su mano de obra mediante la recualificación y el perfeccionamiento profesional que permitan a más personas acceder a puestos de trabajo que mantengan a sus familias y desbloquear áreas diversificadas de crecimiento y desarrollo. Sobre la base de estas enseñanzas, estamos trabajando para duplicar el tamaño de la economía dominicana de aquí a 2030, de forma inclusiva y sostenible.

Eldia

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