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Por Miguel Febles

El que se producirá el 16 de agosto será el tercer traspaso de mando del siglo xxi en el país y el segundo que lleva al Palacio Nacional a un presidente de partido distinto al que le ha precedido.

El mandato de Hipólito Mejía (2000-2004), entonces del PRD, empezó el 16 de agosto del último año del siglo pasado y entregó a Leonel Fernández (04-12), entonces del PLD. Fue el primer traspaso de mando entre presidentes de este siglo en República Dominicana.

Fernández entregó 8 años después a Danilo Medina (12-20), del PLD, quien ahora entrega a Luis Abinader, del PRM (mutación del PRD), quien ha sido electo para el período 20-24.

Además de recibir el mando, el presidente que se inaugura el 16 de agosto hereda una situación compleja, de la que pueden ser señaladas tres grandes columnas: 1. los efectos de la pandemia en la salubridad; 2. efectos en la economía y en la vida social a partir de la paralización iniciada en el último tercio de marzo, y 3. el Presupuesto Nacional.

La pandemia


El coronavirus que ha provocado la pandemia está en la base de la coyuntura actual, excepto en la situación con el Presupuesto.

Las fallidas elecciones del 16 de febrero llevaron a la administración pública a darle un manejo político a la incidencia que estaba teniendo el coronavirus en el país.

Pasadas las elecciones del 15 de marzo, dos días después, el presidente Danilo Medina le habló a la nación para anunciar el cierre de la actividad productiva, de la vida social y el aislamiento del país, y en gran medida de las familias, a partir de una declaración de emergencia nacional que estaba siendo enviada al Congreso.

En la Junta Central Electoral tenían que concluir el proceso de elección de alcaldes, regidores, directores y tomar una decisión en relación con las elecciones de legisladores y presidente, en vista de que entre las suspensiones anunciadas por Medina estaba la de los actos proselitistas electorales, como marchas, mítines y caravanas, propios de la promoción de candidaturas en el país.

Apoyada en una situación de causa mayor, la JCE anunció el día 13 de abril pasado la posposición de las elecciones programadas para el día 17 de mayo. Serían el día 5 de julio.
Críticos y observadores atribuyen la expansión del contagio del coronavirus a la campaña electoral que concluyó con las elecciones del día 15 de marzo.

Quince días antes había sido registrado el primero de los casos de coronavirus en el país y cuando fue establecido el estado de emergencia, el día 20 de marzo, el registro era de unos 70 casos activos.

Hoy día es superior a los 52 mil casos, cerca de un millar de defunciones y unos 26 mil casos activos registrados. Bajo estas condiciones fue realizada una campaña electoral muy activa una semana antes de las elecciones.

La economía


La paralización iniciada en el último tercio de marzo está llamada a tener efectos fatales en el aspecto económico. Desde finales de marzo no han cesado los análisis de los especialistas.

Puestos a mirar sobre la base del sentido común, con la actividad económica y social paralizadas durante más de tres meses, con el turismo cerrado, la suspensión de los efectos del contrato de trabajo de unos 700 mil trabajadores, ¿qué se puede esperar en el PIB? El 2020 lo tiene todo para ser registrado como un año perdido.

En diciembre de 2019 la actividad económica era dinámica y expansiva. Los únicos conflictos tenían lugar en el plano político en el partido de gobierno, como secuela de unas elecciones primarias de octubre, que por contagio afectaron a la JCE.

Alcanzar de nuevo el nivel de la economía del año 19 le tomará a la administración que se inaugura el 16 de agosto algún tiempo, si encuentra la cooperación de la organización política sobre la que llega al poder y no tiene que ocupar sus energías en la solución de alguna otra contingencia de origen externo.

Un reajuste fiscal (los denominados paquetazos) es, sin duda, la primera vuelta de tuerca con la que deberá enfrentar el gobierno la victoria del 5 de julio.


El Presupuesto

El Presupuesto de Ingresos y Ley de Gastos Públicos que debe hacerse efectivo cada año el día 1 de enero, contiene la clave de todo. Puede llegar a ser un instrumento para el desarrollo, pero en esta ocasión es un calzo que le deja la administración saliente a la que se inaugura.
Para tener un Presupuesto nuevo Abinader tiene que esperar hasta enero. Cualquier otro remedio será un parche sobre el que está en ejecución. El siguiente llegará cuatros meses y 15 días después de que haya empezado su administración. Es lo mismo cada cuatro años.
A la administración del Estado se le cuentan los días a partir del 16 de agosto hasta un 15 de agosto cuatro años después. En el último de estos es cuando se nota con mayor peso la disonancia entre el año calendario, que rige el Presupuesto, y el año gubernamental, que rige al gobierno.


Para los fines prácticos, el gobierno de Mejía (00-04) terminó a las 12 de la noche del 15 de agosto de 2004. Era un presidente reeleccionista al que nada, como no fuera un freno interno, le impedía la ejecución del Presupuesto más allá de lo aconsejable de manera que a partir de agosto una nueva administración, así fuera una continuación de la suya, contara con los recursos de lugar.
Lo mismo la administración de Medina, que no era candidato esta vez, pero que aspiraba a entregar el mando el 16 de agosto al de su partido, que él mismo había impuesto.


En agosto del 12 Medina utilizó una parábola para referirse al estado en que había encontrado las finanzas públicas. Refirió al maletín hallado por dos gallegos que al recogerlo imaginaban una fortuna y al abrirlo descubrieron que estaba lleno de pagarés. Fue la primera patada de las muchas que lanzaría durante su administración contra su predecesor en el cargo.


¿Podrá decirse lo mismo de los papeles que encontrará Abinader el 16 de agosto, cuando empiece a gobernar?
Algún día la distorsión entre el año gubernamental y el año calendario será corregida para los fines presupuestarios. Acaso con la próxima reforma de la Constitución sea borrada, de manera que el Presupuesto empiece a ser efectivo el día 16 de agosto de cada año. De esta manera el largo período de transición puede ser aprovechado para la integración efectiva de las nuevas autoridades en la planificación del año siguiente.


La herencia

Lo que recibe la nueva administración no son hojuelas almibaradas. La situación sanitaria no tiene precedentes ni la debe de tener la presupuestaria. Es, debido a la concurrencia de dificultades y elementos conflictivos, una coyuntura espinosa.


Un gran problema, sin embargo, es también una gran oportunidad. Si consigue sortearlo el pueblo dominicano podrá contar con una nueva referencia, no sólo en la persona del gobernante que va camino de la inauguración de su mandato, sino en la organización política que lo sustenta.


La suerte está echada.

—1— La espera
En mayo pasado el resultado financiero del Gobierno Central reflejaba un déficit fiscal de 29 mil 576 millones de pesos. ¿Cuál será el nivel enero-agosto?
—2— El gasto
En mayo el Gobierno Central tuvo un gasto corriente 58 mil 121 millones de pesos (90.3%); de capital, de (9.7%).


Fuente El Día

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