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OPINION

Por: Joan Leyba Mejía Periodista

“La diferencia de reacción, o mejor dicho la no reacción, se ha convertido en rutina y es tan fácil de explicar que no requiere mayor comentario”. –Noam Chomsky

Antes de iniciar con la crítica a dos sucesos escenificados la semana pasada en el ámbito escolar, producto del festejo comercial en que envuelven el amor. Confieso que aspiro a una sociedad en donde las personas, sin importar la preferencia sexual, tengan la oportunidad de expresar sus sentimientos sin que sean molestados a causa de ello.  Deseo, una colectividad en que el respeto a la convivencia sea norma y donde los prejuicios desaparezcan como principio de una buena educación ciudadana, forjada en el cumplimiento de la ley.

Sin embargo, como padre, entiendo que la violación a la normativa de los códigos en los que debe estar sustentada la enseñanza escolar por parte de aquellos cuya labor los hace guardianes de la formación de nuestros hijos, indica, la frágil comprensión que tienen algunos a los que el destino –esa fiambrera ininteligible para este pueblo- le encomendó como tarea, guiar por la ruta del conocimiento al hombre del mañana y parir, desde los pupitres, un futuro donde prevalezca la razón.

El hecho de que un grupo de personas adultas en una escuela del populoso sector Cristo Rey, incluida, según la versión de uno de los involucrados, la flamante directora del centro, pactaran, desde lógica irracional, un encuentro de amor entre dos personas del mismo sexo,  nos da una idea de que el famoso 4 por ciento, solo ha servido para mediatizar un proceso de renovación o revolución, que se quedó en construcciones defectuosas.

De igual modo, provoca indignación ver como se viraliza, para entrar al contexto de modernidad líquida de la realidad actual, un video en el que se muestra un adolescente pidiéndole a otra tener sexo de forma expresa, frente a la maestra. Confirmando nuestra sospecha de que en la escuela pública, nuestros hijos no tienen una supervisión como demandan los tiempos. Y que, el presupuesto para la formación de docentes, al parecer se está echando en un saco roto.

La libertad de elegir compañeros/as, que es parte del conjunto de las libertades individuales establecidas en nuestra Constitución, jamás debe servir para distorsionar la imagen que se  tiene sobre las relaciones de pareja. La connivencia individual y el respeto a las relaciones sentimentales no deben ser motivo para promover en el ámbito formativo una visión contraria a la que tienen los niños de la vida sentimental. Mucho menos que se fomente desde el aula, el irrespeto a la mujer con frases e insinuaciones que vayan en detrimento suyo, so pena de quienes ven la escena y la divulgan.

Es imperdonable, desde el ángulo en que se mire, la componenda de todo un plantel, compuesto por “maestros” irresponsables, que permiten dentro de los recintos tales expresiones amorosas, totalmente amorales y fuera de contexto. Dejando entrever que la manifestación creativa de los estudiantes, no obstante estar ahora más tiempo dentro de las aulas, está sujeta a la interpretación equivocada que ellos tienen de la vida y que, variar eso, no forma parte del nuevo currículo educativo.

El Estado es responsable, según establece la ley General de Educación en su artículo 4 literal n) de que: “La educación utilizará el saber popular como una fuente de aprendizaje y como vehículo para la formación de acciones organizativas, educativas y sociales, y lo articulará con el saber científico y tecnológico para producir una cultura apropiada al desarrollo a escala humana”. En ese sentido,  y partiendo de lo sucedido, en ambos planteles, se ha violado un principio esencial de la educación, al permitir que frente a otros estudiantes, menores de edad, se escenificaran manifestaciones eróticas que contravienen:  “una cultura apropiada al desarrollo a escala humana

Estos eventos nos dejan a los usuarios del servicio público de educación, una cuestionante que al parecer no está en la agenda de las autoridades del Ministerio. Si nuestros muchachos en ocho horas de confinamiento escolar no tienen un régimen educativo enfocado a actividades escolares deportivas y culturales que refuercen su conducta cívica y moral, y que, les permita diferenciar entre lo jovial, lo incorrecto  o lo correcto. ¿Qué aprenden nuestros hijos, entonces, en  ese tiempo de clases? 

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