Advertisement Advertisement

MARZO, MES DE LA MUJER. MUJERES QUE TRANSFORMAN LA HISTORIA DE REPÚBLICA DOMINICANA – ORGULLO DOMINICANO

EN MARZO , ROSAS, TODO NUESTRO RESPETO Y RECONOCIMIENTO PARATI… MUJER

Salomé Ureña de Henríquez

El 21 de octubre de 1850, nació en la ciudad de Santo Domingo la insigne poetisa y maestra dominicana, Salomé Ureña de Henríquez (1850-1897). Por esa razón o en su honor, el 21 de octubre de cada año se celebra en la República Dominicana el “Día Nacional del Poeta” y, de manera muy especial, se festeja con diversos actos el natalicio de una de las más ilustres y trascendentales de las poetisas dominicanas y la figura de mayor relieve de la lírica dominicana del siglo XIX.

Y es que a doña Salomé, los dominicanos, necesariamente, tenemos que recordarla siempre; porque fue mucho lo que esta consagrada educadora realizó en beneficio de su nación. En otras palabras, fue mucho lo que esta honorable mujer le brindó a la patria de sus amores.

Supo combinar ejemplar la literatura con la pedagogía, tomando como referente las ideas de Eugenio María de Hostos, considerado el gran educador que hizo grandes aportes a nuestra educación. Conozcamos más de esta ilustre educadora.

Infancia

Hija del educador, poeta y escritor, Nicolás Ureña de Mendoza, Salomé Ureña de Henríquez es una de las figuras estelares de la poesía dominicana y pionera de la educación femenina de carácter formal en nuestro país. Fue ella quien fundó el centro académico, Instituto de Señoritas, donde se graduaron las primeras maestras del país, y fue ella la que compuso los más bellos y significativos versos de carácter patriótico hasta ahora conocidos en la historia de la literatura dominicana.

Nació en Santo Domingo el 21 de octubre del 1850, insigne poeta que llegó a relacionarse con el mundo literario de su país desde los quince años. Hija del ilustre escritor Don Nicolás Ureña de Mendoza.

A temprana edad Salomé dio muestra de tener un talento natural, que con el tiempo fue cultivando. Aprendió a leer y escribir desde muy pequeña. Salomé nació en la calle Isabel la Católica de la Zona Colonial, vivió con sus padres, hermana y abuelos hasta los diez años cuando sus padres se separaron ; luego pasó a vivir en la Calle 19 de Marzo , No. 56. Gracias al apoyo de su tía Ana Díaz, Salomé recibió en la casa-escuela de la tía las primeras letras. De manera que Salomé pasó su adolescencia y juventud estudiando en una casa escuela cuya formación autodidacta le sirvió para toda la vida.

Salomé Ureña siempre fue una hija amorosa, afectiva, estudiante dedicada y maestra laica, inteligente, fuerte, normalista y audaz, que supo combinar la poesía con su vocación de maestra dedicada, abnegada y formadora de calidad moral, intelectual y ética con dimensiones nacionales e internacionales.

Vida familiar

Educadora extraordinaria, poetisa, clásica desde los 15 años. Hija de Nicolás Ureña de Mendoza, poeta, periodista y magistrado, de gran renombre, y de doña Gregoria Díaz y León, perteneciente a una distinguida y culta familia de la ciudad de Santo Domingo.

En la vida familiar, se casó con el Doctor Francisco Henríquez y Carvajal con quien procreó cuatro hijos. Tres de los cuales brillaron posteriormente durante comienzos y mediados del Siglo veinte con luz propia. El primero de los hijos fue Francisco Noel Henríquez Ureña, el segundo Pedro Nicolás Henríquez Ureña, el tercero se llamó Maximiliano Henríquez Ureña y por último, Salomé Camila Henríquez Ureña.

Educadora

Comprometida y luchando por la libertad y progreso del país y de Latinoamérica, en sus últimos años se dedicó por completo a la tarea de mejorar la educación de las mujeres.

Colaboró con periódicos y revistas, donde publicó sus poemas, unos de corte patriótico defendiendo la identidad nacional, amenazada entonces por Haití y España y los gobiernos dictatoriales de la isla, y otros más líricos, personales y hasta familiares.

Fundó el Instituto de Señoritas el 3 de noviembre de 1881 y graduó catorce maestras en dos años. Las primeras maestras normalistas del instituto de Señoritas fueron: Mercedes Laura Aguiar, Tomasa Arvelo, Carmen G. Carvajal, Daniela Carvajal, Emilia De Elena, Mercedes Echenique, Leonor M. Feltz, Altagracia Frier, Amelia Grullón, Carmela Grullón, Filomena Grullón, Adelina Henríquez, Altagracia Henríquez Bello, Altagracia Henríquez y Perdomo, Filomena Martínez, Eva María Pellerano, Luisa Ozema Pellerano, Mercedes Julia Pérez, Amalia Pou , Catalina Pou y Ana Josefa Puello (Moquete,2008:146).

Salomé fue una gran maestra con vocación de servicio de calidad que lo demostró con sus doce años al frente del Instituto de Señoritas y con más de dos décadas al servicio del Magisterio Nacional con su maestro Eugenio María de Hostos.

Era una maestra con principios pedagógicos, éticos y morales que defendía con su práctica docente en las aulas su quehacer diario. El conocimiento por la naturaleza, el razonamiento y el naturalismo científico. Además el laicismo y el respeto por las ideas, creencias religiosas y políticas para desarrollar el libre pensamiento. Su pensamiento naturalista implicaba la búsqueda de la verdad científica a través de la sociedad.

Poetisa

Como poetisa, Salomé ha sido reconocida tanto en el país como el extranjero por la crítica de su época como una escritora clásica de versos de largo aliento , dedicada a escribir poesías sentimentales (mi pedro), ecológicas (el ave y el nido) y patrióticas (ruinas, a mi patria , 27 de Febrero, Ofrenda a la Patria). El tema de la identidad patriótica fue ampliamente esbozado por la poética.

La patria es memoria viva donde los individuos auto reconocen sus creencias, vivencias, territorios, geografía y referentes históricos. Esa identidad sociológica resalta los elementos con los cuales el dominicano se identifica, siente orgullo y compromiso en una interacción permanente. Por lo tanto, para Salomé la vida y la patria son imágenes en acción de una Patria imaginaria que lucha por ser libre e independiente de ideas, pensamientos y acciones.

Lira de Quisqueya (1874) fue la primera antología poética dominicana, a la que siguió su libro más celebrado, Poesías (1880). En él se recogen composiciones líricas “La llegada del invierno”, “Melancolías” intimistas “Padre mío”, “A mi hijo”, “Páginas íntimas”; y de corte patriótico “La fe en el porvenir”, “La gloria del progreso”.

Al año siguiente publicó su poema más famoso y pesimista, “Sombras”, en el que manifestaba su desencanto ante la situación sociopolítica dominicana.


Salomé Ureña

Poetisa dominicana. Figura central del romanticismo dominicano y una de las mayores escritoras que ha dado el país, Salomé Ureña fue además la precursora de una nutrida serie de voces femeninas que, ya en el modernismo, hizo de Hispanoamérica una fértil «tierra de poetisas», con protagonistas tan insignes como la argentina Alfonsina Storni, las uruguayas Delmira Agustini y Juana de Ibarbourou o la premio Nobel chilena Gabriela Mistral, entre otras.

Hija de Nicolás Ureña de Mendoza y Gregoria Díaz de León, Salomé Ureña creció en el seno de una familia culta que propició su formación literaria. A los veinte años contrajo matrimonio con Francisco Henríquez y Carvajal, médico y político que llegaría a presidente de la nación; con él tuvo cuatro hijos: Francisco, Pedro, Max y Camila.

Autora de una brillante obra lírica que, en unión a la de José Joaquín Pérez y Gastón Fernando Deligne, constituye la producción de la denominada «trilogía de los poetas mayores» del romanticismo dominicano, dejó parte de su legado intelectual y artístico en la formación humanística que impartió a sus hijos, entre los cuales destacaron especialmente Max Henríquez Ureña y Pedro Henríquez Ureña, ambos reputados escritores y ensayistas.

En su faceta de escritora, Salomé Ureña desplegó una intensa actividad poética que, enmarcada en los modelos formales y estilísticos de la centuria anterior (sencillez y claridad expresivas, moldes estróficos clásicos y equilibrio propio de la literatura neoclásica), se adentró al mismo tiempo en los tonos románticos de su tiempo y se ocupó, desde sus contenidos temáticos, de los anhelos e inquietudes del hombre antillano de la segunda mitad del siglo XIX. Entre sus principales preocupaciones temáticas figura, en primer lugar, la reflexión ética acerca de la patria, a la que la autora profesa un desmesurado amor que queda plasmado en su consagración al trabajo y a la sabiduría como elementos indispensables para el progreso de su pueblo.

Precisamente, este interés por el progreso constituye el segundo gran núcleo temático de la obra de Ureña de Henríquez, encauzado en dos vertientes bien definidas: por un lado, la confianza ciega del hombre decimonónico en los métodos positivistas, que no sólo habrían de traer los avances técnicos y las mejoras en la calidad de vida, sino también un progreso ético y social que se traduciría en el derribo de las fórmulas políticas dictatoriales y el advenimiento de nuevos regímenes democráticos; y, por otro lado, la fe de la autora no sólo en los cambios del momento presente, sino en el rutilante porvenir que, en el caso de imponerse definitivamente éstos, le esperaba a su patria y, en general, a todas las naciones hermanas de habla hispana.

Junto a los temas del amor a la patria y la fe en el progreso moral y material de su nación, en la poesía de Salomé Ureña de Henríquez aparecen también constantes referencias a los pequeños aconteceres domésticos, transformados -merced a la exquisita sensibilidad de la autora- en elocuente material poético. Se configura así, en conjunto, una producción lírica de deslumbrante fuerza, claridad y vigor expresivo, que sorprende por su acento animoso y vitalista no sólo en aquellas composiciones centradas en la exaltación de la patria y la historia dominicana contemporánea, sino también en los poemas que, pese a su alcance más íntimo o doméstico, no dejan de llevar dentro ese anhelo de hallar una identidad nacional que contribuya a la definitiva consolidación del pueblo dominicano como una sola patria.

Este afán a la vez ético y artístico quedó patente también en las múltiples y fecundas actividades pedagógicas que llevó a cabo a lo largo de su vida. Discípula del gran escritor y educador puertorriqueño Eugenio María de Hostos, Salomé Ureña de Henríquez desplegó una infatigable labor pedagógica que se manifestó no sólo en su acceso a las cátedras más prestigiosas de la nación dominicana, sino también en sus constantes esfuerzos encaminados a fundar el mayor número posible de centros destinados a la formación superior de las mujeres de la isla antillana. Así, en 1887, asistió a la inauguración del Instituto de Señoritas, cuya fundación había promovido y del que seis años más tarde salieron las seis primeras maestras de República Dominicana.

Sus composiciones poéticas, dispersas en hojas volanderas entre amigos y conocidos, o en páginas de periódicos y revistas de la época, vieron la luz finalmente en un valioso volumen recopilatorio publicado bajo el título de Poesías de Salomé Ureña de Henríquez (1880). Ya bien entrado el siglo XX, el interés que seguían suscitando los versos de la poetisa dominicana aconsejó una edición de su obra lírica en España, publicada bajo el epígrafe genérico de Poesías (1920), libro al que siguieron otras ediciones tan ricas y exhaustivas como Poesías completas (1950), realizada en conmemoración del primer centenario del nacimiento de la autora. Abundan en su obra los poemas memorables: A mi hijo y Padre mío entre los de temática intimista; La gloria del progreso y La fe en el porvenir entre los de tema patriótico, con acentos en alguna ocasión pesimistas, como en Sombras; en la naturaleza y el paisaje natal se centran composiciones como La llegada del invierno, que mereció los elogios del erudito español Marcelino Menéndez Pelayo.

Fallecimiento

Salomé Ureña, luego de vivir años de lucha por la educación, principalmente de las mujeres dominicanas, murió relativamente joven a la edad de 47 años, el 06 de marzo de 1897, debido a la tuberculosis.

Día nacional del Poeta

El Día Nacional de los Poetas en República Dominicana es el 21 de octubre. Este día se conmemora en memoria del natalicio de la más importante poeta dominicana Salomé Ureña de Henríquez.

REFLEXIÓN

La frase “Las mujeres valientes cambian el mundo” es de Malala Yousafzai. 

A lo largo de la historia, muchas mujeres han luchado por cambiar el mundo y empoderar a otras mujeres

EDUCANDO RD – BIOGRAFIA Y VIDAS – STARLIN RD VIDEO RD – CAMARA DE DIPUTADOS DE LA RD

Advertisement Advertisement