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Opinión Por: Orlando Jorge Mera

A inicios de esta semana, el país perdió una mujer que, con su ejemplo, fue símbolo de la lucha por la democracia, educadora íntegra e impulsadora de los más nobles principios de la socialdemocracia.

Me refiero a la querida maestra Yvelisse Prats Ramírez de Pérez, fundadora del Partido Revolucionario Moderno (PRM), y directora del Instituto de formación política “José Francisco Peña Gómez”.

Conocí a Yvelisse para fines de la década de los setenta, cuando mi familia vino desde Santiago a la capital. Fue en el gobierno del presidente Antonio Guzmán, cuando por primera vez la ví y la escuché. Apenas yo estaba iniciando mi adolescencia, pero esto no impidió a que me diera cuenta de sus condiciones y características de mujer inmersa en el mundo de la política.

En esos años, luego de venir de una extraordinaria carrera en el magisterio en la que llegó a ocupar la presidencia de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), Yvelisse se convierte en figura política nacional al ser electa presidenta del entonces Partido Revolucionario Dominicano, en ese momento, la organización política mayoritaria en el país.

En 1982, siendo mi padre, Salvador Jorge Blanco, presidente de la República, la designa como Secretaria (hoy Ministra) de Educación, y lidera importantes esfuerzos en el área educativa del país. En 1985, con el traslado de los restos de Eugenio María de Hostos al Panteón Nacional, dispuesto por mi padre en una ceremonia registrada en los libros de historia, esa amistad se fortaleció.

La entonces Ministra de Educación jugó rol estelar en ese proceso. Años después, su columna “En Plural” era ejemplo de su pensamiento hostosiano.

Desde entonces, ella y mi familia desarrollaron una hermosa relación de amistad y confraternidad que quien escribe la continuó luego del fallecimiento de mis padres. Sin dudas, que la vida en la adversidad política une más a las personas que tienen los mismos objetivos, y fue, en los años que siguieron a nuestra expulsión de la vieja casa, y en el proceso de formación del PRM, nuestra relación de amistad y compañerismo se consolidó.

Tuve el honor de entrevistarle varias veces para mi programa “Líderes”, cuyas ediciones conservo, y son parte de nuestra memoria.

El pasado viernes 9 de octubre estuve en la clínica donde guardó sus últimos días. Compartí con sus hijos y nietos. Siempre disfruté su maravilloso estado de ánimo, y su compromiso con la formación ideológica de los militantes del PRM.

En esas tareas, pasó sus últimos años de vida, y como pertenecíamos a la Junta Directiva del Instituto JFPG, y también yo daba algunas de las clases que ella organizaba, aprecié su extraordinaria labor y su esfuerzo notable. Que en paz descanse maestra de siempre.

Por: Orlando Jorge Mera

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