Por Daniel García Archibald
Al concluir este año, y a cinco meses de las elecciones presidenciales y congresuales, Luis Abinader está sólido en el primer lugar.
Todas las encuestas lo colocan puntero, incluso con la posibilidad de ganar las elecciones en primera vuelta.
Las dificultades que tiene el candidato del gobierno para despegar y convertirse en una amenaza real para Abinader son cada vez mayores y eso presenta al aspirante perremeista como el seguro ganador en mayo de 2020.
A pesar de esa cómoda ventaja, reflejada incluso en las 17 encuestas que dice el gobierno tener en su poder, Luis ha exhortado a sus seguidores seguir trabajando sin descanso hasta el mismo día de las elecciones.
Les ha pedido no embriagarse con el triunfalismo, aunque sí mantenerse optimistas y seguros del triunfo.
El ejemplo lo está dando el propio candidato presidencial del PRM, con las actividades que hace los siete días de la semana y las 24 horas de cada día.
Lo cierto es que ninguno de los candidatos presidenciales que compiten con Luis Abinader ha demostrado más capacidad de trabajo que él.
Al terminar el año, ha recorrido el país 3 veces, algunos lugares lo ha visitado más de una o dos veces, ha caravaneado en las 32 provincias y el Distrito Nacional.
Es el único candidato que le ha presentado a sectores profesionales, gremiales, sociedad civil, mujer, juventud, comunidades del exterior y el interior, propuestas concretas para cada uno de ellos.
Es el único candidato que termina este año preelectoral habiendo
presentado a la sociedad dominicana Los Lineamientos Generales de su programa de gobierno.
El incansable Luis Abinader, concluye este año a toda marcha, encabezando junto a las candidatas a alcaldesa, Carolina Mejía, y a senadora, Farides Raful, la más contundente caravana hecha en los últimos tiempos.
Terminar el 2019 con la energía exhibida, llamando a sus seguidores a no ser triunfalistas, nos indica que el Luis que veremos de enero hasta mayo, será indefendible, incansable. Esa capacidad de trabajo tendrá, sin dudas, su recompensa.
Por Daniel García Archibald
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