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El voto ultra crece en la Unión Europea y se convierte en la segunda opción favorita tras el grupo popular europeo. Uno de cada cuatro eurodiputados serán de extrema derecha.

Emmanuel Macron anuncia la disolución de la Asamblea Nacional Francesa

Las Elecciones Europeas dejan un parlamento escorado a la derecha con un aumento de la influencia de los partidos de la extrema derecha y un Partido Popular Europeo (PPE) inflado que ha asumido muchos de los discursos y banderas ultras en materia de inmigración, seguridad y rechazo a las medidas contra la crisis climática. La derechización de los conservadores y de ciertos partidos socialdemócratas no ha servido para contener la ola ultraconservadora. Desde posiciones marginales que defendían la salida de la Unión Europea, el crecimiento de estos partidos les ha permitido cambiar de estrategia: ya son pocos los que quieren un nuevo ‘Brexit’, apuestan más bien por construir una nueva Europa a medida de sus principios. 

Según los datos preliminares, el PPE aumenta en diez escaños y repite como primera fuerza del Europarlamento con 186 asientos. Les siguen los socialistas europeos, con 135 escaños, cuatro menos que en 2019, aunque la suma de los escaños de todos los partidos de extrema derecha darían lugar al segundo grupo parlamentario en Bruselas. Sin embargo, esto no es así por las divisiones internas entre los Conservadores y Reformistas Europeos (CRE), liderados por la presidenta italiana Giorgia Meloni, y el grupo Identidad y Democracia (ID), capitaneado por Marine Le Pen. Según los resultados provisionales, el ID crece nueve escaños, mientras que el CRE aumenta otros cuatro. 

Al resultado de estos dos grupos de extrema derecha del Europarlamento, que han obtenido juntos 131 escaños, habría que añadirles los 15 diputados del partido ultranacionalista alemán, el AfD, y los 11 del Fidesz, del primer ministro húngaro Viktor Orbán, ambos en el grupo de los no adscritos después de haber sido expulsados del ID y del PPE respectivamente. Si se suman los escaños de los dos grupos de extrema derecha con los del AfD y el Fidesz, los partidos ultra han obtenidos 157 escaños, solo 29 menos que el PPE. Uniendo estos asientos con los de otros pequeños grupos ubicados en el mismo espectro político la suma podría llegar hasta 175 diputados, nada menos que el 25% de la cámara.

Victoria ultra en Francia, Bélgica, Italia y Austria

Las consecuencias de estas elecciones no han esperado a los resultados oficiales. Dos horas antes de que las proyecciones electorales se vieran confirmadas por el recuento real, el presidente francés, Emmanuel Macron, anunciaba la disolución de la Asamblea Nacional y nuevas elecciones. La victoria del partido de ultraderecha Agrupación Nacional, de Marine Le Pen, que dobló en votos al Renassaince de Macron, hacía inviable la legislatura para un partido que solo ha contado con el 14,6% de los apoyos según los datos provisionales. “No puedo hacer como si nada hubiera pasado”, declaró el presidente.

No es la primera vez que Marine Le Pen gana las europeas. Ya lo hizo en 2019, con 5,2 millones de votos, el 23% del total. En 2014 también fue el partido más votado, con 4,7 millones, el 24%. Entonces no consiguió trasladar estas victorias al Eliseo. Ahora, con el 31,4% del voto, 12 eurodiputados más y elecciones anticipadas a la vista, todo indica que puede ser diferente. 

En Bélgica, las consecuencias de las elecciones —también de las federales que se celebraban el mismo día— no se hicieron esperar. El partido ultraderechista flamenco Vlaams Belang fue la fuerza más votada con el 14,5% de los votos, con apenas unas décimas de diferencia. Los malos resultados en ambos comicios llevaron al primer ministro belga, el liberal Alexander De Croo, a presentar su dimisión en la noche del 9 de junio.

No es la primera vez que Marine Le Pen gana unas europeas. Ya lo hizo en 2014 y 2019 y no consiguió llegar al Gobierno. Ahora, con un 31,4% de los votos y unas elecciones anticipadas a la vista, la historia puede ser diferente

La situación en Francia y Bélgica no es excepcional. El voto de la extrema derecha ha aumentado en casi todos los países. También en España, donde Vox ha crecido tres puntos —del 6,21% al 9,62%—, ha conseguido pasar de cuatro a seis escaños y se ha convertido, de lejos, en la tercera fuerza más votada. Todo ello sin agotar el espacio electoral de la extrema derecha: la nueva formación del agitador ultra Alvise Pérez ha obtenido otros tres escaños y 800.000 votos.

Austria es otro de los países en los que la ultraderecha ha ganado las europeas. Con un 25,7%, el Partido de la Libertad (FPÖ) obtuvo, según las proyecciones, diez puntos y tres escaños más que en 2019 y se sitúa como el partido más votado, todo ello con un discurso ultraconservador y antiinmigración.

La líder ultraderechista Giorgia Meloni también ha ganado las elecciones en Italia, donde los sondeos apuntan a una holgada victoria con el 28,8% de los votos y 14 escaños más. La también ultraderechista Lega, de Matteo Salvini, ha perdido 14 escaños, aunque sigue captando el 9% de los votos.

En los Países Bajos, la extrema derecha del Partido por la Libertad (PVV), de Geert Wilders, ha crecido en seis escaños —no obtuvo ninguno en 2019— y ocupa el segundo lugar con el 17,7% de los votos, según los resultados provisionales. Desde este mayo, con la promesa de aprobar “la ley de migración más dura de todos los tiempos”, este partido xenófobo y ultranacionalista gobierna en Holanda.

Polonia es uno de los pocos países de la UE donde no ha crecido el voto ultra. La formación Ley y Justicia (PiS), que ha perdido recientemente el Gobierno, también ha perdido seis escaños y pasa a una segunda posición

En Alemania, Alternative für Deutschland (AfD) ha superado su propio techo electoral con un resultado histórico. Esta formación fue expulsada en mayo de 2024 del grupo Identidad y Democracia después de que su cabeza de lista para las europeas, Maximilian Krah, sostuviera que no se puede considerar “automáticamente” que todos los agentes de las SS nazi fueran criminales. Con el 15,9% de los votos y 15 escaños —seis más que en 2019—, las proyecciones sitúan a este partido en una segunda posición, muy cerca de los socialistas del SPD y Los Verdes. 

Polonia es uno de los países de la UE donde no ha crecido el voto ultra. La formación Ley y Justicia (PiS), que ha perdido recientemente el Gobierno, también ha perdido cinco escaños y es el segundo partido más votado aunque obtiene 20 escaños, uno menos que el partido KO del primer ministro Donald Tusk. Es la primera vez en diez años que no gana las elecciones europeas. 

La derechización de la Unión Europea también se constata en el aumento de votos recabados por el PPE, un 25,5% del total, según datos preliminares. La líder de este grupo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, no ha descartado pactar con el grupo de extrema derecha capitaneado por Meloni. Y no se trata solo del poder creciente de la ultraderecha en las instituciones europeas sino también de su poder para normalizar demandas belicistas, racistas, xenófobas y que niegan la emergencia climática, que encuentran cada vez más eco en los partidos conservadores y también, cada vez más, en los socialdemócratas. 

La aprobación del pacto migratorio por parte del Consejo Europeo el pasado 14 de mayo, donde se recogían muchas de las demandas de la extrema derecha para cerrar las fronteras y limitar el derecho de asilo, es buena prueba de ello. También la marcha atrás de muchas de las medidas más avanzadas para luchar contra la crisis climática tras las movilizaciones del campo de los últimos meses o la deriva belicista de la Unión Europea.


EL SALTO – DW – FRACE 24

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