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Por Huáscar Casado.

Los pueblos en su esencia, llevan la necesidad invaluable de sentirse libres y saborear la confianza de no estar sujetos a maniobras oprobiosas que le impiden la autenticidad. La historia dominicana está cargada de ejemplos que merecen nuestro estimulo ante presentes y futuras generaciones.

Pensar en aquellos hombres y mujeres cuya integridad personal fue puesta en riesgo, por el solo hecho de no ser obedientes a los planes abusivos de quienes se apropiaban del derecho de hacer todo cuanto quisieren para mantener un control hegemónico frente a los demás ciudadanos.

Los últimos días nos han presentado la realidad de una mujer cuya nobleza e integridad, trasciende con entereza las fibras sociales de un país, testigo de grandes manipulaciones en nombre de una ofensiva moralista que solo es utilizada para aniquilar  a quienes no se doblegan y claudican ante las presiones de quienes solo le importa la perpetuidad de sus maldades para seguir controlando los beneficios tangibles que corresponden a la mayoría.

Poner en perspectiva la vida y trayectoria de una mujer, cuyas acciones públicas son un referente de honestidad, pulcritud, transparencia y coraje incalculable por aquellos perversos que se escudan en posiciones inmerecidas para desmeritar con bajezas a quienes no han podido enfrentar en el terreno de la dignidad y las buenas costumbres.

Gracias magistrada Mirian Germán por su ejemplo y dedicación a vida que se impone a la presión, gracias magistrada por enseñarnos que la fuerza amenaza pero la firmeza de una vida pulcra nos deja réditos más que suficientes para decir que su conducta ni amerita de anónimos, pues, somos un propósito que respira y toma cuerpo, muchas gracias magistrada por tener la cualidad de agrupar a su derredor la defensa por encima de banderas y colores, gracias por enseñarnos que a pesar de lo que podemos ver, mientras existan principios y valores: No todo está perdido.

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