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Uno de los enemigos más grandes que tienen tus sueños es la mediocridad. La gente suele pensar que ser mediocre, y no buscar la excelencia, es parte de la humildad o sencillez que puede caracterizar a una persona. También hay quienes piensan que la excelencia tiene que ver con la riqueza. Que si tuvieran más dinero podrían tener cosas mejores, y ser más excelentes.

La excelencia y la mediocridad no tienen que ver con las finanzas, o con el estatus financiero de una persona, sino que es una actitud del corazón, una actitud de la mente.
Lamentablemente, en ocasiones la mediocridad se transfiere de generación en generación.
Si tú quieres alcanzar tus sueños tienes que vencer al enemigo de la mediocridad. No te puedes quedar en el lugar en el que te encuentras.
Excelencia es perseguir todo lo que Dios tiene para ti. Es estar agradecido por el lugar al que Dios te ha traído, pero entender que él sigue siendo el Dios de Efesios 3:20, el Dios que dice que te va a dar más abundantemente de lo que tú esperas, de lo que tú pides, o de lo que tú imaginas.
En Filipenses 3:12, Pablo dice que olvida lo que queda atrás y se extiende hacia lo que está delante, al supremo llamamiento de Dios. Por lo general, aplicamos este verso ante situaciones negativas, resaltando que hay que olvidar lo que queda atrás, refiriéndonos a los problemas.
Si bien es cierto que tenemos que dejar atrás las cosas negativas, también es cierto que aún nuestras victorias tenemos que dejarlas atrás.
Dios nos ha prometido ir de gloria en gloria. Si tuviste un buen día, dale gracias a Dios, y mañana extiéndete, porque tiene que venir uno mejor.
Excelencia no se trata de buscar perfección, sino de extenderte a lo supremo.
Hay mucha gente frustrada porque quieren vidas perfectas. No se trata de perfección, porque en este mundo no habrá perfección. Se trata de extenderte a lo supremo. Se trata de hacer la fuerza para extenderte a lo máximo que Dios dijo que tú podías hacer.
Tú no eres quién para determinar hasta dónde tú puedes llegar. Si lo hicieras, estarías ofendiendo a aquel que te creó y que ha hecho todo lo posible para que estés en el lugar en el que te encuentras en el día de hoy.
Hay que aspirar a cosas más grandes. Si te quedas donde estás, te conformas, y si te conformas te quedas mediocre. Si Dios te ha dado lo que hoy tienes, ¿no te podrá dar algo más grande? ¿No querrá Dios que sigas hacia adelante?
Si te preguntas hasta cuánto es suficiente, basado en tu presupuesto, ya te pasaste. Pero si le preguntas a Dios, que es el dueño del oro y la plata, que hace más abundantemente de lo que pedimos y entendemos, entonces todavía no has visto nada. Donde estás hoy es sólo el principio de todas las cosas que Dios tiene para ti.
Tenemos un supremo llamamiento. No se trata de buscar la perfección, pero sí se trata de ser todo lo que Dios dice que tenemos que ser.
Es necesario que dejemos de buscar comodidad porque esto es lo que hace que vivamos vidas promedio. Una vida promedio es una vida de mediocridad.
Sin darnos cuenta, oramos, no con fe por cosas grandes, sino para tener tan sólo un poco más, para estar un poco más cómodos. La gente cree que es humildad el no pedirle mucho a Dios. Ese es el problema. La misma fe que utilizan para pedir poco podrían usarla para pedir mucho, porque no se trata de lo mucho que vas a pedir, sino de la poca fe que puedas tener.
Dios no está pendiente a las peticiones para escoger la más pequeña o la más fácil para entonces resolver esa. Fe como un grano de mostaza es todo lo que necesitas. Que tengas un EXCELENTE y próspero día; Vamos por más por el poder del acuerdo en el nombre de Jesús.
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