El Grupo Banco Mundial parte de la premisa de que ningún país, comunidad o economía puede alcanzar su potencial o afrontar los desafíos del siglo XXI sin la participación plena e igualitaria de las mujeres y los hombres, las niñas y los niños.

Acelerar la igualdad de género e invertir en el empoderamiento genera grandes beneficios económicos. Ninguna sociedad se puede desarrollar de manera sostenible si no cambia y aumenta la distribución de oportunidades, recursos y opciones para los hombres y las mujeres de modo que tengan el mismo poder de dirigir sus propias vidas y contribuir a sus familias, comunidades y países.

El empleo de las mujeres puede ser un motor central del crecimiento inclusivo. En promedio, el PIB per cápita en el largo plazo sería casi un 20 % más alto si se subsanaran las brechas de género en el empleo. En algunos estudios, se estima que los beneficios económicos oscilan entre los USD 5 billones y los USD 6 billones si las mujeres crearan nuevos negocios y los ampliaran al mismo ritmo que los hombres. En el contexto de un mayor riesgo de estanflación y una posible recesión en muchas partes del mundo, será costoso para los países depender del talento de solo la mitad de su población. Abordar las brechas de género críticas es una oportunidad para aumentar los ingresos y estimular el crecimiento.

La igualdad de género puede acelerar los avances hacia otros objetivos de desarrollo, como abordar la inseguridad alimentaria, el cambio climático, los conflictos y la fragilidad. A tal efecto, se necesitan especialmente inversiones, reformas e intervenciones para: a) aumentar los ingresos y la productividad de las agricultoras, emprendedoras y empresas; b) ampliar la participación femenina en la fuerza laboral y el empleo, y c) promover la participación de las mujeres en la toma de decisiones en las comunidades, las empresas y el sector público.

Por ejemplo, cerrar las brechas de género en la agricultura puede empoderar económicamente a las mujeres y apoyar la producción de alimentos. En Nigeria, se podrían agregar USD 2300 millones en términos de productos agrícolas y, en Tanzanía, 80 000 personas más se podrían alimentar de manera adecuada cada año. Los servicios de extensión con perspectiva de género; la igualdad de derechos sobre la tierra; el abordaje de las limitaciones del empleo, los insumos y el capital que enfrentan las agricultoras, y la promoción de la inclusión a lo largo de la cadena de valor pueden impulsar la producción de alimentos. El empoderamiento de las mujeres también puede mejorar la nutrición a través de las prácticas agrícolas y de la unidad familiar.

El cambio climático y las políticas relacionadas con el clima afectan a los hombres y las mujeres de diferentes maneras, especialmente a los grupos pobres, vulnerables y socialmente desfavorecidos. Abordar conjuntamente las cuestiones climáticas y de género puede generar mayores impactos que tratar cada tema por separado. Esto conlleva aprovechar el empoderamiento y el liderazgo de las mujeres en la comunidad, las empresas, la industria y en los círculos de formulación de políticas para facilitar la mejora de la gestión de los recursos y del medio ambiente y la preparación para desastres; fortalecer los activos, el acceso a financiamiento y la inclusión económica de las mujeres para generar resiliencia y capacidad de adaptación, y promover la igualdad de oportunidades en la transición verde.

El Grupo Banco Mundial (GBM) pone mayor énfasis en la igualdad de género en situaciones de fragilidad, conflicto y violencia (FCV), garantizando servicios e intervenciones que se basan en necesidades e impactos diferenciados por género, mejores evidencias sobre las dimensiones de género de las situaciones de FCV y la promoción del liderazgo y el empoderamiento de las mujeres como elementos esenciales para la seguridad y la prosperidad. Por ejemplo, el GBM ha realizado investigaciones innovadoras sobre las dimensiones de género del desplazamiento forzado (i) que ayudarán a orientar las operaciones de la institución.

La labor del GBM en materia de género es un compromiso ambicioso y compartido en toda la institución. En 2022, el Banco puso en marcha la iniciativa #AccelerateEquality (i) (Acelerar la Igualdad), en la que se analizan los avances logrados y las lecciones aprendidas en los últimos 10 años para cerrar las brechas de género y promover el empoderamiento de las niñas y las mujeres. El GBM aprovecha las lecciones aprendidas a partir de esta iniciativa de un año de duración para orientar la actualización de la Estrategia de Género del GBM, que se dará a conocer en 2024.

Desafíos persistentes

Desarrollo humano

Salud

A nivel mundial, se ha logrado aumentar el acceso a servicios de salud de calidad para las mujeres y las niñas; sin embargo, aún queda mucho por hacer.

Según datos recopilados antes de la pandemia, la mortalidad materna había disminuido a nivel mundial, bajando a 211 muertes por cada 100 000 nacidos vivos en 2017, en comparación con 342 en el año 2000 (i). En la última década, Asia meridional y Europa y Asia central son las regiones que han logrado mayores avances en materia de mortalidad materna, ya que han reducido sus tasas en un 31 % y un 23 %, respectivamente. Y aunque África subsahariana tiene las tasas más altas de mortalidad materna y de fecundidad de adolescentes en el mundo, estos índices han seguido disminuyendo en el último decenio en un 15 % y un 13 %, respectivamente.

Casi todas las muertes maternas se pueden prevenir, como lo indican las grandes disparidades que se registran en las regiones y entre los países ricos y pobres. Dos regiones —África subsahariana y Asia meridional— representan el 86 % de las muertes maternas en todo el mundo. Más de dos tercios (68 %) de todas las muertes maternas anuales en el mundo se producen en África subsahariana, región que registra la tasa de mortalidad materna más alta: 533 muertes por cada 100 000 nacidos vivos.

A nivel mundial, los nacimientos asistidos por personal de salud capacitado han aumentado del 63 % en el año 2000 al 81 % en 2018 (i). Sin embargo, las cifras son aún más bajas, si bien están mejorando, en Asia meridional y África subsahariana. En Asia meridional han aumentado del 41 % en el año 2000 al 61 % en 2018, y en África subsahariana del 36 % al 76 % en el mismo período.   Además, aunque las mujeres representan el 70 % de la fuerza de trabajo mundial en las áreas de salud y asistencia social, solo ocupan alrededor del 25 % de los puestos de toma de decisiones. 

En el mundo, la población de adolescentes llega a 1200 millones y se han logrado mejoras concretas en algunos aspectos de su salud sexual y reproductiva, así como en sus derechos y bienestar. Si bien la tasa de fecundidad entre los jóvenes ha disminuido lenta y constantemente, en África subsahariana las niñas tienen la tasa de fecundidad más alta del mundo (i): una cuarta parte da a luz antes de los 18 años. Debido a que aproximadamente el 40 % (i) de todos los embarazos en los países en desarrollo no son planificados, es esencial prestar atención a la salud sexual y reproductiva y los derechos de las adolescentes. Las elevadas necesidades insatisfechas de anticonceptivos siguen siendo particularmente agudas entre las adolescentes, dando lugar a un gran número de embarazos no deseados. Se estima que, de al menos 10 millones de embarazos no deseados entre adolescentes cada año, 5,6 millones terminan en aborto, y la gran mayoría son abortos inseguros. Las complicaciones durante el embarazo y el parto son la principal causa de muerte entre las adolescentes en los países en desarrollo (i). Es más probable (i) que los hijos de madres adolescentes tengan bajo peso al nacer, mayor morbilidad infantil y malos resultados de salud, como retraso del crecimiento. La adolescencia es un período en el que se establecen comportamientos sanitarios, y se estima que casi el 35 % de la carga mundial de enfermedades tiene su origen en la adolescencia. Por lo tanto, permitir a las mujeres y las niñas tomar decisiones sobre sus propios cuerpos y su salud es clave para mejorar los resultados sanitarios.

A pesar de una mayor conciencia acerca de las necesidades de salud sexual y reproductiva de los adolescentes, algunas cuestiones fundamentales no han mejorado, y se necesitan más y mejores datos y pruebas.

Educación

Aunque se han producido mejoras constantes y significativas en los resultados educativos, que incluyen el aumento del acceso y del aprendizaje de las niñas y las jóvenes en todo el mundo, los avances siguen siendo escasos en algunos indicadores clave de la educación de las niñas, especialmente en África subsahariana y Asia meridional y en contextos de FCV.

En una nueva generación de operaciones del Banco Mundial en el sector de educación —por ejemplo, en Angola (i), Nigeria (i) y Tanzanía (i)— se han integrado intervenciones basadas en datos empíricos para proporcionar espacios seguros a las niñas en las escuelas, mejorar la salud sexual y reproductiva de ellas, y focalizarse en los docentes con el fin de cambiar las normas. El Banco continúa implementando de manera experimental programas innovadores e incorporando las lecciones aprendidas sobre lo que funciona para promover los resultados educativos de las mujeres y las niñas en sus operaciones a fin de garantizar un “círculo virtuoso” de mejores conocimientos y mayor impacto.

A nivel mundial, las niñas siguen estando muy rezagadas en comparación con los niños en cuanto a las tasas de finalización de la escuela secundaria, y el sesgo de género en el sistema educativo refuerza la discriminación laboral. Cuando los estereotipos de género se transmiten a través del diseño de entornos de aprendizaje en el aula o mediante las conductas de los docentes, el personal y los pares, esto tiene impactos perdurables en el desempeño académico y en el campo de estudio, especialmente en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (CTIM). Las consecuencias de las limitadas oportunidades educativas para las niñas son importantes. Según un estudio del Banco Mundial publicado recientemente “las escasas oportunidades educativas de las niñas y los obstáculos que les impiden completar 12 años de educación ocasionan a los países pérdidas de productividad e ingresos a lo largo de toda la vida que oscilan entre los USD 15 billones y los USD 30 billones”.

La pobreza sigue siendo el factor más importante para el acceso a la educación de las niñas. Una investigación reciente (i), en que se analizaron datos de 24 países de ingreso bajo, permitió establecer que, en promedio, solo el 34 % de las niñas de los hogares del quintil más pobre de dichos países termina la escuela primaria, en comparación con el 72 % de las niñas de los hogares del quintil más rico. Los estudios confirman sistemáticamente que las niñas más rezagadas son aquellas que enfrentan numerosas desventajas, tales como el nivel de ingresos, la ubicación, discapacidades, y/o la pertenencia a una minoría etnolingüística.

La educación de las niñas (i) va más allá de lograr que asistan a la escuela. También se trata de garantizar que aprendan y se sientan seguras mientras están en la escuela; tengan la posibilidad de completar todos los niveles de educación; adquieran las habilidades y los conocimientos necesarios para competir en el mercado laboral; aprendan las habilidades socioemocionales y de preparación para la vida activa necesarias para desenvolverse y adaptarse a un mundo que cambia constantemente; tomen decisiones sobre su propia vida, y contribuyan a sus comunidades y al mundo en general. Las mujeres mejor educadas tienden a estar más informadas sobre temas relacionados con la nutrición y la atención médica, tienen menos hijos, se casan a una edad más avanzada y, si deciden ser madres, sus hijos suelen ser más sanos. Es más probable que participen en el mercado laboral formal y obtengan ingresos más altos. La combinación de todos estos factores puede ayudar a sacar de la pobreza a familias, comunidades y naciones enteras.

Sin embargo, los cierres de escuelas durante la pandemia pueden haber puesto a las niñas en un mayor riesgo de no regresar a la escuela, lo que limita su aprendizaje y las oportunidades futuras. La combinación de cierres de escuelas, un aumento de la violencia de género durante la pandemia y la interrupción de los servicios de salud también puede aumentar el embarazo adolescente. Esto plantea un desafío para las niñas que regresan a la escuela y dificulta el acceso a “espacios seguros” (por ejemplo, clubes extraescolares para niñas) para las adolescentes, lo que aumenta aún más el riesgo de violencia de género y embarazo.

Desafíos relacionados con la educación de las niñas: los números describen el panorama (i)

  • En el mundo, más de 129 millones de niñas no están escolarizadas (i): alrededor de 32 millones en edad de asistir a la escuela primaria y 97 millones a la escuela secundaria. En Asia meridional, el número de niñas en edad de asistir a la escuela primaria y secundaria que no están escolarizadas alcanza alrededor de 46 millones y, en África subsahariana, esta cifra llega a 52 millones.
  • Si bien las tasas de finalización de la escuela primaria son similares a nivel mundial (el 90 % de los niños y el 89 % de las niñas) (i), en los países de ingreso bajo la tasa de finalización de las niñas es menor: el 36 % en comparación con el 44 % de los niños en la escuela secundaria.
  • En contextos de fragilidad, conflicto y violencia (FCV), las niñas tienen 2,5 veces más probabilidades de estar fuera de la escuela que los niños y, en el nivel secundario, tienen un 90 % más de probabilidades de no ir a la escuela que las niñas que no viven en dichos entornos.
  • Se ha calculado que dos tercios de la población analfabeta del mundo son mujeres. La tasa de alfabetización de las mujeres (mayores de 15 años) es de tan solo el 83 %, en comparación con la de los varones, que asciende al 90 %.
  • Tanto las niñas como los niños se ven enfrentados a una crisis del aprendizaje. La pobreza de aprendizajes mide la proporción de niños que no saben leer con soltura a los 10 años. Si bien las niñas tienen en promedio 4 puntos porcentuales menos de pobreza de aprendizajes que los niños, las tasas siguen siendo muy altas para ambos grupos. La pobreza de aprendizajes en los países de ingreso bajo y mediano asciende, en promedio, al 59 % en el caso de los niños y al 55 % entre las niñas. La brecha es menor en los países de ingreso bajo, donde la pobreza de aprendizajes alcanza un promedio de alrededor del 93 % tanto entre los niños como entre las niñas.

Aspectos económicos

Oportunidades económicas y laborales

En materia de oportunidades laborales, las mujeres han estado rezagadas respecto de los hombres, como lo demuestra la gran brecha en la participación en la fuerza de trabajo (i) en la mayoría de los países, así como las diferencias salariales y la discriminación laboral por sexo, que empujan a las mujeres hacia empleos de menor productividad. La participación en la fuerza laboral se estanca en alrededor del 53 % en el caso de las mujeres en comparación con el 80 % en el caso de los hombres en todo el mundo, y las mayores brechas se presentan en las regiones de Oriente Medio y Norte de África y Asia meridional. Las crisis recurrentes han agravado estas diferencias, aumentando de 100 a 132 años la estimación del Foro Económico Mundial sobre el tiempo que llevaría cerrar las brechas de género bajo las políticas actuales.

En India (i), por ejemplo, el empleo femenino sigue concentrado en industrias relacionadas con el saneamiento, la educación, los productos químicos y el tabaco, mientras que en los sectores de mayor valor, como la investigación y el desarrollo, la computación y el transporte, se registran las tasas más bajas de participación femenina. La eliminación de las restricciones legales respecto de los empleos que las mujeres pueden ocupar permitiría reducir la discriminación laboral y la brecha salarial de género. De acuerdo con el informe Mujer, empresa y el derecho 2022, en 84 países se restringe el trabajo femenino, por ejemplo, durante la noche o en fábricas y minas, y solo 95 economías de todo el mundo exigen igual remuneración por trabajo de igual valor en consonancia con las normas internacionales.

Las mujeres que trabajan como agricultoras o empresarias son, a menudo, menos productivas que sus contrapartes masculinas. En Etiopía, por ejemplo, las mujeres producen un 23 % menos por hectárea que los hombres. Según una investigación en la que se utilizaron datos de 126 países (i) y se incluyeron más de 46 000 empresas, existe una considerable brecha de género en la productividad laboral, dado que las empresas dirigidas por mujeres son un 11 % menos productivas que las dirigidas por hombres. En muchos países de África (PDF, en inglés), la productividad de las mujeres que se dedican a la agricultura es más baja debido a que tienen menos acceso a recursos como fertilizantes y semillas.

La COVID-19 ha agravado estas brechas. Las microempresas y las pymes de propiedad de mujeres o dirigidas por ellas se han visto más afectadas que las empresas dirigidas por hombres, sin embargo, era menos probable que hubieran recibido alguna forma de apoyo público. A pesar de las dificultades, las empresas dirigidas por mujeres están respondiendo a la crisis provocada por la COVID-19 con resiliencia e innovación. Una encuesta realizada a 45 000 empresas en países de ingreso bajo y mediano (i) reveló que las microempresas y las pequeñas empresas dirigidas por mujeres tenían muchas más probabilidades de aumentar el uso de las plataformas digitales en comparación con las dirigidas por hombres, aunque eran menos propensas a invertir en software, equipos o soluciones digitales.

Subsanar estas diferencias será clave para tener un futuro próspero, verde y resiliente. En promedio en todos los países, el PIB per cápita a largo plazo sería casi un 20 % más alto si se cerraran las brechas de género en el empleo. Superar la segregación ocupacional ayuda a aumentar el crecimiento sostenible al incrementar la productividad y facilitar la transición verde en todos los sectores.

La transición verde está fortaleciendo la demanda de habilidades para los campos de CTIM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), y creando oportunidades en sectores tradicionalmente dominados por hombres. Se necesitan políticas para garantizar que las mujeres tengan oportunidades de acceder a carreras orientadas a las áreas de CTIM de mayor demanda y remuneración. Las mujeres de países de ingreso bajo tienen 7 puntos porcentuales menos de probabilidades que los hombres de matricularse en programas de educación terciaria de ingeniería, manufactura y construcción. En los países de ingreso mediano y alto, esta diferencia es de 15 y 17 puntos porcentuales, respectivamente.

Aunque es un desafío difícil, el GBM ha logrado grandes avances en la comprensión y aplicación experimental de soluciones de políticas para abordar las limitaciones a la participación femenina en la fuerza laboral, los ingresos y la productividad. El GBM se encuentra en una sólida posición para ayudar a los países clientes a acelerar su progreso a través de inversiones relativamente pequeñas que generan considerables beneficios, incluso en entornos de FCV. El enfoque de la graduación, que se basa en los programas de protección social existentes para agregar activos, apoyo comunitario y capacitación en habilidades para recibir las transferencias monetarias, ha demostrado ser exitoso en diLas mujeres dedican tres veces más tiempo que los hombres a trabajos de cuidado no remunerados, y pasan entre 1 y 5 horas más al día (i) realizando tareas domésticas y de atención de los niños y otros miembros de la familia.os, y pasan entre 1 y 5 horas más al día (i) realizando tareas domésticas y de atención de los niños y otros miembros de la familia. Las responsabilidades relacionadas con la prestación de cuidados han aumentado durante la COVID-19 debido al cierre de las escuelas; el confinamiento de los ancianos, niños y adultos, y el creciente número de familiares enfermos. Datos de la encuesta The Future of Business Survey (PDF, en inglés), realizada a fines de octubre de 2020, muestran que el 18 % de las mujeres empresarias declararon dedicar seis o más horas a tareas domésticas, en comparación con el 10 % de los líderes empresariales masculinos. Además, un documento reciente del Banco Mundial (PDF, en inglés) sugiere que las empresas dirigidas por mujeres tuvieron, en promedio, 4 puntos porcentuales más probabilidades de cerrar sus negocios, principalmente debido al cierre de las escuelas, y experimentaron mayores descensos de los ingresos que las empresas dirigidas por hombres durante esta crisis.

Este aumento en la carga que representan las tareas de cuidado no afectó solo el empleo de las mujeres, sino también la educación de las adolescentes. En 46 países de todo el mundo, el 63 % de las niñas, en comparación con el 43 % de los niños (PDF, en inglés), informaron un aumento en las tareas domésticas producto de la COVID-19. Una de cada cinco niñas señaló que deben hacer muchas cosas que no tienen tiempo para aprender, el doble de la proporción de niños.

Las inversiones en servicios de cuidados pueden generar impactos en diversas generaciones al mejorar el empoderamiento económico de las mujeres, los resultados de los niños, el bienestar familiar, la productividad empresarial y el crecimiento económico general. Ampliar el acceso a servicios de cuidado infantil asequibles y de calidad es una de las inversiones más importantes que los países pueden realizar para desarrollar el capital humano y acelerar la igualdad. En el caso de las madres, el acceso a los servicios de cuidado infantil puede permitirles participar en el mercado laboral; aumentar las horas de trabajo, la productividad y los ingresos, y mejorar la calidad del empleo. En el caso de los niños, el cuidado infantil de calidad puede proporcionarles los insumos críticos que necesitan durante la primera infancia para desarrollar habilidades básicas que los ayudarán a tener éxito en la escuela y a lo largo de la vida.

Las inversiones en cuidado infantil son clave para respaldar una recuperación inclusiva de la COVID-19, ya que permiten a los padres volver al trabajo y apoyar a los niños más vulnerables con servicios de cuidados de calidad, y constituyen una fuente de creación de empleo en sí misma. En un reciente informe del Banco Mundial (PDF, en inglés) se sugiere que la ampliación de la economía del cuidado infantil y el desarrollo de la fuerza laboral para este sector pueden generar hasta 43 millones de nuevos puestos de trabajo, facilitando al mismo tiempo que un mayor número de personas —especialmente mujeres— pueda buscar un empleo o retornar a su trabajo. Mejorar las oportunidades laborales para las mujeres requerirá contar con políticas públicas sólidas; programas como inversiones en la economía de los cuidados, y una fuerte participación del sector privado.

Violencia de género

La violencia de género afecta a alrededor de una de cada tres mujeres (i) en el transcurso de su vida. La violencia contra las mujeres y las niñas tiene graves efectos no solo en su bienestar, sino también en sus familias a través de generaciones y en la sociedad en su conjunto. Se estima que, en algunos países, este tipo de violencia representa hasta el 3,7 % del producto interno bruto (PIB), y se prevé que aumentará durante la pandemia. Sin embargo, 30 países (i) aún no cuentan con leyes específicas contra la violencia doméstica, y 46 países (i) todavía carecen de leyes estrictas que prohíban y penalicen los casos de acoso sexual en el empleo.

Los confinamientos y la reducción de la movilidad debido a la COVID-19 han dado lugar a marcados aumentos en la violencia de género: muchos países han informado un incremento considerable de las llamadas de emergencia por violencia doméstica. Una cantidad importante también experimenta un menor acceso a servicios como centros de crisis, refugios, asistencia jurídica y servicios de protección. Por ejemplo, se ha producido un aumento en las llamadas a las líneas directas y de ayuda para casos de violencia de género en muchos países de todas las regiones, oscilando entre el 40 % en Malasia y el 400 % en Túnez (PDF, en inglés). En Indonesia (PDF, en inglés), el 83 % de quienes respondieron una encuesta telefónica informó un aumento de la violencia de pareja en sus comunidades, y, en India (PDF, en inglés), una encuesta en línea reveló un aumento de la violencia doméstica durante las primeras etapas del confinamiento debido a las tensiones intrafamiliares. Las restricciones a la circulación y el acceso limitado a la información han aumentado el riesgo de las mujeres y las niñas. En Afganistán, Camboya e Indonesia (PDF, en inglés), por ejemplo, las personas sobrevivientes enfrentaron dificultades para acceder a refugios, líneas de ayuda y servicios psicosociales debido a las interrupciones en las operaciones, la escasez de recursos y/o el temor a riesgos sanitarios.

La violencia de género se entrecruza con varios tipos de desigualdades de género y requiere un enfoque multisectorial. El Banco Mundial invierte cada vez más en la prevención de la violencia de género y la respuesta a este problema a través de operaciones en todos los sectores de todas las regiones dirigidas a ayudar los países a proporcionar servicios, crear entornos seguros, promover un cambio positivo de las actitudes, y empoderar a las mujeres y las niñas.

Activos, servicios financieros y servicios digitales

Activos

De acuerdo con el informe WBL de 2022 (i) del Grupo Banco Mundial, el 40 % de los países (i) de todo el mundo establecen límites a los derechos de propiedad de las mujeres. En 19 países (i), las mujeres no tienen los mismos derechos de propiedad sobre los bienes inmuebles. En 43 países (i), los cónyuges supervivientes, hombres y mujeres, no tienen los mismos derechos a heredar bienes y, en 42 economías (i), las hijas no tienen los mismos derechos hereditarios que los hijos. En 18 economías (i), los esposos ejercen el control administrativo de los bienes gananciales.

No obstante, la evidencia (i) indica que los derechos de propiedad son esenciales para el desarrollo económico. Por lo general, en los países con regímenes legales más igualitarios desde la perspectiva del género (i) se registran niveles más altos de propiedad entre las mujeres. Cuando las mujeres tienen acceso a activos, las comunidades prosperan. El hecho de poseer activos aumenta su capacidad para iniciar y desarrollar actividades comerciales, dado que los pueden dar en garantía para obtener crédito. Les permite invertir en sus familias y así modificar los resultados (i) que lograrán sus hijos. Lo más importante, tal vez, es que les brinda la posibilidad de vivir con libertad y dignidad.

Servicios financieros y digitales

A nivel mundial, las mujeres tienen 9 % menos probabilidades (i) que los hombres de tener una cuenta en una institución financiera o usar servicios de la banca móvil, y la brecha es aún mayor en los países más pobres. Algunas investigaciones indican que los servicios financieros digitales pueden mejorar la participación económica de las mujeres y, por lo tanto, facilitar el desarrollo económico. En comparación con el dinero en efectivo, estos servicios podrían ofrecer varios beneficios para las mujeres, entre ellos un mayor control de las finanzas, seguridad y menores costos de transacción. Tales beneficios podrían ayudar a las mujeres a invertir en negocios, conseguir empleo y gestionar los riesgos financieros. Según estimaciones de la Corporación Financiera Internacional (IFC), las pequeñas y medianas empresas de propiedad de mujeres enfrentan un déficit crediticio anual de USD 1,5 billones.

Las mujeres tienen menos probabilidades de acceder a servicios financieros, como crédito y capital accionario, ahorros, y seguros en todo el mundo. Existen pruebas de que las brechas de género son mayores en el caso de las empresas medianas, que son demasiado grandes para las instituciones microfinancieras y demasiado pequeñas para los productos más riesgosos que ofrecen los bancos, los capitalistas de riesgo y las empresas de capital privado. Las estimaciones de un estudio (i) indican que existe una brecha de financiamiento de USD 173 000 millones de las microempresas de propiedad de mujeres (24 % de la brecha de financiamiento de las microempresas), y de USD 1,5 billones de las pymes propiedad de mujeres (33 % de la brecha de financiamiento de las pymes). Dado que en varias regiones del mundo las mujeres tienen menos probabilidades de poseer propiedades que los hombres, ellas se ven más limitadas por requisitos en materia de garantía. Esto podría verse agravado al aplicarse prácticas discriminatorias contra las empresas dirigidas por mujeres por parte de los inversionistas masculinos que toman la mayoría de las grandes decisiones sobre financiamiento de capital.

En los países de ingreso bajo y mediano, pocas mujeres tienen acceso a servicios de internet y telefonía móvil (PDF, en inglés). Incluso antes de la pandemia, las mujeres de los países de ingreso mediano y bajo tenían un 8 % menos de probabilidades que los hombres de poseer un teléfono celular. Asimismo, hay 300 millones menos de mujeres que usan internet móvil, lo que representa una brecha de género del 20 %. Estas limitaciones pueden impedir a las mujeres aprovechar los beneficios de nuevas oportunidades en el ámbito de los servicios y el comercio, como las plataformas digitales y el comercio electrónico.

Identificación y leyes

Identificación

Sin igualdad de género en el acceso a la identificación, los Gobiernos enfrentarán dificultades para garantizar el acceso universal a los servicios básicos, las oportunidades económicas y el cumplimiento de los derechos y protecciones, y para empoderar a las mujeres de modo que puedan participar plenamente en la economía digital. Los datos (i) del informe WBL de 2020 indican que en nueve países, las mujeres no pueden obtener un documento nacional de identidad de la misma manera que los hombres. La encuesta Global Findex de 2017 (i) permitió establecer que el 45 % de las mujeres en los países de ingreso bajo no poseen un documento de identidad, en comparación con el 30 % de los hombres.

Leyes y reglamentaciones

Los países se acercan hacia una mayor igualdad de género, sin embargo, las mujeres en todo el mundo siguen enfrentando restricciones a las oportunidades económicas debido a leyes y regulaciones discriminatorias. En promedio, las mujeres tienen solo las tres cuartas partes de los derechos legales reconocidos a los hombres (PDF, en inglés). Las mujeres ya se encontraban en desventaja antes de la pandemia de COVID-19. Las reformas para eliminar los obstáculos a la inclusión económica de las mujeres han sido lentas y desiguales entre las regiones. En 2021, 23 economías promulgaron reformas en todas las áreas y aumentaron las buenas prácticas en materia de legislación, y la mayoría de las reformas introdujeron o enmendaron leyes que afectan las áreas de remuneración y parentalidad. Acelerar los avances hacia la igualdad legal de género es fundamental para lograr una recuperación económica exitosa. Las leyes que promueven un aumento de la igualdad de género (PDF, en inglés) se relacionan con una mayor participación femenina en la fuerza de trabajo, una menor brecha salarial entre hombres y mujeres, y mejores resultados en términos de desarrollo, como la salud y la educación de las mujeres.

Género y clima

El GBM ayuda a los Gobiernos, los profesionales del desarrollo, los donantes y los beneficiarios a identificar y aprovechar las oportunidades que utilizan los estudios sobre género para que la acción climática sea más eficaz e inclusiva. Alcanzar todo el potencial del desarrollo verde, resiliente e inclusivo requiere que las mujeres puedan participar en la economía y en la vida pública en igualdad de condiciones con los hombres. El empoderamiento, el liderazgo y la toma de decisiones de las mujeres en la acción climática se asocian con una mejor gestión de los recursos, los resultados de conservación y la preparación para desastres. No tener en cuenta las diferencias entre hombres y mujeres y las barreras estructurales y de comportamiento que impiden la participación femenina puede afectar la eficacia de las intervenciones climáticas incluso antes de que comiencen.

El GBM también intensifica sus esfuerzos para cerrar las brechas de género en el acceso a los empleos de la “nueva economía” en áreas como las energías renovables, la construcción climáticamente inteligente y la adaptación; fomentar la plena participación de las mujeres en los beneficios de la digitalización (por ejemplo, mediante el uso de plataformas digitales [para realizar pagos] del Gobierno a las personas y acelerar la reducción de la brecha digital por razón de género); fomentar el liderazgo femenino en la preparación ante crisis, los mecanismos de respuesta temprana y de recuperación, y la gestión de la infraestructura, y aumentar las inversiones en empleos y emprendimientos de alta calidad para las mujeres en el sector de las energías renovables.

Desplazamiento forzado

Las limitaciones y barreras relacionadas con el género suelen amplificarse en situaciones de desplazamiento forzado. Los datos disponibles a nivel mundial indican que las mujeres desplazadas enfrentan una falta de acceso a servicios esenciales, como salud sexual y reproductiva, apoyo para la salud mental, capacitación y formación continua, y servicios necesarios después de sufrir violencia de género.

En un análisis reciente se señala que las brechas de género entre las personas desplazadas son mayores en el área del empleo: las tasas de los hombres desplazados son al menos un 90 % más altas que las de las mujeres desplazadas, alcanzando un máximo del 150 % en Nigeria, donde aproximadamente el 36 % de los hombres desplazados tienen un empleo en comparación con alrededor del 15 % de las mujeres desplazadas. Esto refleja una discriminación laboral por motivo de género más amplia en todo el mundo, agravada por las barreras lingüísticas, las menores tasas de alfabetización, las tareas de cuidado no remuneradas y las normas de género que limitan las perspectivas de las mujeres refugiadas.

La violencia de pareja también es mayor entre las mujeres desplazadas en comparación con las mujeres que viven en los lugares de acogida. En Somalia, las mujeres de las comunidades que reciben a refugiados experimentaron violencia de pareja en un porcentaje casi un 30 % inferior al de las mujeres desplazadas (26 % frente a 36 %). En Sudán del Sur, cerca de la mitad (47 %) de las mujeres desplazadas han sufrido violencia de pareja en el último año, casi el doble de la estimación nacional del 27 % y cuatro veces el promedio mundial de alrededor del 12 %. En Colombia y Liberia, las mujeres que sufrieron desplazamiento forzado o estuvieron cerca de morir en un conflicto tenían entre el 40 % y el 55 % más de probabilidades de sufrir violencia a lo largo de su vida (PDF, en inglés). En el caso de Colombia, la violencia que sufren las mujeres desplazadas por la fuerza es más grave y a menudo provoca lesiones.

RESPUESTA A LA COVID-19

La COVID-19 ha sumado una nueva perspectiva a la manera en que el GBM encara su labor en la esfera del género. El GBM ayuda a los países a abordar la crisis sanitaria inmediata y sus correspondientes impactos sociales y económicos, y apoya los esfuerzos para reconstruir economías que sean más inclusivas y resilientes a las futuras crisis. La pandemia afectó de manera desproporcionada a las mujeres y las niñas.

Las mujeres empresarias de todo el mundo se han visto gravemente afectadas por la pandemia de coronavirus. La Iniciativa de Financiamiento para Mujeres Emprendedoras (We-Fi) (PDF, en inglés) ayuda a estas mujeres a sobrevivir a la crisis y también a prosperar con una mayor resiliencia a largo plazo. La iniciativa ha invertido en el diseño y la evaluación de intervenciones que abordan limitaciones específicas de las mujeres empresarias, como condiciones para los negocios más propicias. Al mejorar el acceso de las mujeres al financiamiento, los mercados, las redes y la información, We-Fi (i) las ayuda a alcanzar su potencial y a convertirse en motores del crecimiento económico y la creación de empleo. Hasta diciembre de 2021, los proyectos de We-Fi apoyaban directamente a 11 000 empresas dirigidas por mujeres en más de 55 países y con la asistencia de más de 247 asociados. La iniciativa prevé llegar directa o indirectamente a 200 000 pymes de mujeres.

Del mismo modo, el Mecanismo de Oportunidades para Mujeres Emprendedoras (WEOF) (i) tiene como objetivo ayudar a ampliar el acceso a capital de las empresarias y demostrar que invertir en las mujeres es viable desde el punto de vista comercial. El WEOF ofrece financiamiento para financiamiento combinado, servicios de asesoría e investigaciones de mercado con el fin de catalizar servicios financieros para pymes de mujeres. Hasta 2022, la iniciativa había entregado financiamiento a 144 000 emprendedoras. En Zambia (i), el Banco está asegurando la continuidad de los servicios de nutrición y de salud reproductiva, materna, neonatal, infantil y adolescente. En Camboya (i), está mejorando la disponibilidad de servicios cruciales para prevenir la mortalidad de las mujeres, como un mejor acceso a medios de planificación familiar, la reducción de los embarazos de adolescentes, y la detección y el tratamiento eficaces del cáncer cervicouterino.

El Banco Mundial ayuda a las mujeres a retornar a la actividad económica mediante, por ejemplo, programas de dinero en efectivo a cambio de trabajo, la ampliación de la asistencia para el cuidado de los niños, la provisión de insumos agrícolas y un mejor acceso al crédito y la liquidez para empresas dirigidas por mujeres.

En Afganistán (i), Mauritania (i), Mozambique (i) y Togo (i), proporciona transferencias de efectivo a través de pagos móviles para tratar de corregir el hecho de que los ingresos y la titularidad de cuentas bancarias son más bajos entre las mujeres. En Nepal (i), el Banco promueve el desarrollo de competencias empresariales entre las mujeres y les suministra mejor equipamiento agrícola.

En Sri Lanka, el Proyecto de Respuesta de Emergencia y Preparación de los Sistemas de Salud para la COVID-19 (i), está apuntalando la estrategia de testeo, seguimiento, aislamiento y tratamiento establecida por el Gobierno para controlar la pandemia, a través del suministro constante de insumos médicos esenciales, kits de prueba y equipos de protección personal, y mediante apoyo a los esfuerzos de rastreo de contactos y el mantenimiento de 32 centros de cuarentena. A su vez, se está trabajando para fortalecer el sistema de salud de modo de poder gestionar más adecuadamente las emergencias sanitarias en el futuro. En particular, el proyecto fortalecerá los servicios de salud mental y los servicios para las personas sobrevivientes de violencia de género a nivel comunitario, especialmente durante las situaciones de emergencia.