Opinión por Por Rafael Peralta Romero
La sociedad dominicana está hastiada de tanta desvergüenza en la administración de los bienes públicos, la cual ha conducido a la descarada entronización del robo, a la vista de todos.
Con la presentación de su Código de Ética, el candidato presidencial del PRM, Luis Abinader, ha dado un gran paso hacia delante en el urgente requerimiento de adecentar la vida política nacional. La sociedad dominicana está hastiada de tanta desvergüenza en la administración de los bienes públicos, la cual ha conducido a la descarada entronización del robo, a la vista de todos.
En la columna anterior nos referimos someramente al Código Abinader y algunos lectores han pedido ampliar el asunto. Se trata de un documento superior a las dos mil palabras, dividido en ocho títulos, incluidas Introducción y Objetivos. Del título tercero, titulado “Principios y valores que debe observar todo militante de este proyecto presidencial”, citaré algunas ideas.
He seleccionado el apartado que estipula que el candidato Abinader espera que sus seguidores exhiban un comportamiento y una gestión de sus responsabilidades y actividades ajustables a la legalidad y requiere de la colaboración de todos para cumplir eficazmente con estos compromisos, razón por la cual todo su equipo, por convicción, actuará apegado a los siguientes lineamientos:
Primero: Defender la Constitución, leyes y reglamentos de República Dominicana, absteniéndose de participar en actividades ilícitas o contrarias a la moral, las buenas costumbres y el orden público.
Segundo: Ser fieles a los más elevados principios morales, al país, al Candidato y a todo su equipo, absteniéndose de solicitar, aceptar o recibir, obsequios, comisiones o recompensas, dádivas, gratificaciones en dinero o especie, como beneficio o consecuencia de su relación con el Candidato.
Tercero: Mantener un comportamiento ético, honesto e íntegro en todas sus actividades, anteponiendo los principios éticos y morales de cumplimiento de la ley y del deber ser sobre el logro de metas de interés personal.
Cuarto: Tratar con la rigurosidad necesaria toda la información confidencial recibida, no usándola jamás para provecho personal y mucho menos para perjudicar al Candidato.
Quinto: Denunciar ante el Candidato o cualquier otro ente autorizado por este, toda actuación reñida con el presente Código, las leyes, reglamentos o moral y buenas costumbres de República Dominicana que de alguna manera pretenda dañar con o sin intención, los objetivos políticos del Candidato.
Sexto: Mantener una actitud crítica y analítica respecto a las actividades que realicen, verificando que las mismas, en cualquiera de los escenarios que sean ejecutadas, estén de conformidad con las normas generales establecidas en el presente Código.
Séptimo: No intervenir en operaciones fraudulentas, actos simulados, o en cualquier otra actividad que tienda a ocultar, distorsionar o manipular información en perjuicio del Candidato o sus colaboradores.
Era tiempo de que alguien se planteara esto seriamente. Hay que cambiar.
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La sociedad dominicana está hastiada de tanta desvergüenza en la administración de los bienes públicos, la cual ha conducido a la descarada entronización del robo, a la vista de todos.
Rafael Peralta Romero
Fuente Al Momento