Opinión por Eddy Olivares Ortega
Virus y abstención
Ni el más optimista de los estudiosos de los procesos electorales se atrevía a apostar a una votación superior al cuarenta por ciento de los electores en las pasadas Elecciones Generales Extraordinarias Municipales.
No obstante, el ejemplar nivel de participación de los ciudadanos en las mismas, no ha sido valorado en su justa dimensión, tomando en consideración que los mismos pudieron haberse disgustado, con sobrada razón, debido a la infame y sorpresiva suspensión de las elecciones, el 16 de febrero, después de abrirse los colegios.
Se trató de un funesto precedente que rompió el hilo de 20 elecciones generales ordinarias consecutivas, provocando concurridas protestas, principalmente de jóvenes indignados, en calles y plazas, en reclamo de castigo para los culpables de este crimen contra la democracia.
Para aplacar los reclamos, la Junta Central Electoral convocó a elecciones extraordinaria en un plazo de treinta días, las cuales fueron exitosas, y, además, ordenó una investigación que sabemos no conducirá a ninguna parte. Esas dos gotas de agua fueron suficientes para apagar el fuego.
A estos graves hechos se les sumó la pandemia del coronavirus, que ha paralizado al mundo, la cual, como era de esperarse, generó un ambiente de abstencionismo que apuntaba hacia una extremadamente baja participación electoral.
Sin embargo, motivados por su inquebrantable voluntad de cambio, concurrieron a las urnas 3,679,081 votantes de un total de 7,847,040 electores, equivalente a una considerable participación de un 49.14% de ciudadanos. Es decir, una relativamente baja abstención de un 50.86% de los electores, por encima del promedio de la región. Por ejemplo, en las municipales del 2016 de Costa Rica la abstención fue de un 65%, en las de
El Salvador del 2018 un 54% y en las de Guatemala del 2019 un 57%.
Desde la separación de las elecciones presidenciales de las congresuales y municipales, a partir de la reforma constitucional del 1996, el comportamiento del electorado en lo relativo al abstencionismo en las Congresuales y Municipales fue: 1998 un 47%, 2002 un 49%, 2006 un 42%, y 2010, que fueron las últimas elecciones separadas por dos años, un 43%.
Cabe destacar que las celebradas el 17 de marzo son las primeras exclusivamente municipales, desde las del año 1968. Las mismas, como es bien sabido, generan meno interés que las presidenciales y congresuales.
En su Diccionario Electoral, Enrique Arnaldo Alcubilla, establece que el abstencionismo “consiste simplemente en la no participación en la votación de quienes tienen derecho a ello. Su decisión es la de no votar en un proceso electoral o refrendario. Es un no hacer que no tiene consecuencias jurídicas para el titular del derecho, con excepción de en aquellos ordenamientos en que el sufragio se configura no como un simple deber cívico o moral sino como un deber jurídico, y por tanto resulta exigible”.
Todavía las urnas y los electores están fuertemente unidos, como lo demuestran los resultados de las referidas elecciones. Esto augura, sin dudas, una elevada participación en las presidenciales y congresuales, en las cuales los ciudadanos le pasaran factura al Partido de la Liberación Dominicana y lo expulsarán del poder.
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Fuente El Nacional