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Opinión Editorial de Hoy Digital

A lo largo de la vida política, tras el yugo trujillista, un objetable desconocimiento de límites ha aparecido con insistencia en las competiciones partidarias dominicanas dejadas las más de la veces a la libre compra-venta de adhesiones en el curso de campañas y particular énfasis en los actos finales, a pie de urnas, en los mismos lugares a los que se asiste posteriormente para un primer sondeo confiable de resultados. Los recursos del Estado han sido los más empleados para ejercer un proselitismo desigual sobre la colectividad sin registro de antecedentes de que las ilegalidades comprendidas en algunos abusos de poder fueran impedidas en alguna medida por las instituciones de orden electoral, gubernamental o judicial llamadas a actuar en función de lo que ordena la Constitución y trazan normas adjetivas para conferir autenticidad a la democracia.

Sectores representativos de la sociedad y del partidarismo se organizan para promover el adecentamiento de las prácticas políticas; que las justas electorales se desarrollen y cumplan sus fines sin los desequilibrios y distorsiones que antes lograron vigencia. Para catalogarlas de libres y democráticas no debería bastar con permitirles a los ciudadanos introducir sin obstáculos boletas en las urnas.

Es imprescindible que el uso de dinero y de los resortes de poder, que tan efectivo resulta, no sobrepasen agudamente con promoción y movilizaciones a los candidatos de oposición.

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Fuente Hoy Digital

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