Nuestros indigentes, su triste realidad.

Duermen en las bancas de los parques y de las plazas; en las puertas de las tiendas y debajo de los elevados; en las entradas de las iglesias y de los hospitales, en cualquier cartón sobre una acera dura y fría, en fin, donde puedan acomodarse cuando llega la noche. Sí, los ignorados hijos de la calle sobreviven con lo que encuentren en un zafacón o lo que les regale un alma caritativa.

Harapientos y con mal olor, se les puede ver en algún rincón esperando alguna limosna. La terminología ha variado con el pasar de los años: mendigos, vagabundos, indigentes, sin techo, personas en situación de calle, personas sin hogar, entre otros. Se la pasan hurgando entre la basura con la esperanza de encontrar “algo que comer”, aunque esté descompuesto.

“He durado hasta tres días sin comer”

“He durado hasta tres días sin comer”, dice José Cedano al ser abordado por el equipo de Z Digital. Él forma parte de aquellos que no tienen lo básico; de esos que se exponen a todo: abusos sexuales, agresiones físicas, robo, hambre, sed… y lo inimaginable.

“Anoche me entraron a botellazos y a pedradas”, expone Cedano al señalar las cicatrices en su brazo izquierdo. Revela que va al malecón a bañarse y la única ropa que tiene la lava y procede a ponérsela mojada.

En un recorrido realizado por Z Digital, se comprueba que la mayoría de los entrevistados oscila entre los 48 a 80 años. Casi en su totalidad, mujeres y envejecientes.

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Gianni Paulino, presidenta de la Fundación Manos Arrugadas, una de las 92 entidades existentes en el país que tiene por finalidad mejorar las condiciones de vida de las personas longevas en la República Dominicana, expresó su preocupación por las personas envejecientes en situación de calle, y dijo desconocer que alguna institución estatal se dedique a trabajar con estos.

“Particularmente desde la Fundación Manos Arrugadas, el año pasado hicimos una campaña con adultos mayores en las calles de Santo Domingo, identificando cuál era su panorama de vida y qué era lo que sucedía”, dijo Paulino.

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Recuerda que la Constitución consagra que el Estado debe proteger a estas personas y que la ley 352 del año 1998 estipula que debe protegerse el adulto mayor, señalando que cada individuo de una forma particular, como ciudadano, es corresponsable de esa situación.

En ese sentido, explica que la Fundación Manos Arrugadas reintroducirá en la nueva legislatura el proyecto de Ley de Reclamación de Padres a Hijos, cuyo objetivo es que los padres con necesidades tengan un mecanismo ante los hijos que los desamparen y lograr que estos cumplan con su responsabilidad natural, así como ellos hicieron cuando los criaron, forjaron y educaron.

¿Pero por qué están en esta condición?

Paulino entiende que para determinar las causas no hay que ser muy versado ni muy estudioso del tema. “Es por la pobreza, el desamparo y la falta de protección estatal”, afirma.

Adicciones, depresión, problemas familiares, enfermedades mentales y pobreza extrema, empujaron a personas como José, Maritza Gómez, “Rubí”, Julio César Pérez, Beatriz Sánchez, “Wendolin” y otros más encontrados en el camino, a refugiarse en las calles. Cada uno cuenta una historia a medias, quizás por vergüenza o por miedo.

A Rubí, quien no dio su apellido, un vehículo la atropelló y emprendió la huida. Con su pierna rota y un bultito donde carga sus pocas pertenencias, cuenta lo triste que está porque su esposo murió hace pocos días.

“Yo vivía con mi esposo debajo del elevado. Nos quedamos sin techo porque nos sacaron de donde vivíamos. No teníamos con qué pagar. Como de lo que me dan… paso días sin comer”, narra la mujer.

Rubí, de aproximadamente unos 65 años, agrega llorosa: “No tengo a nadie, solo a Dios. Nadie me ayuda”.

La mayoría dice tener algún familiar, pero no abunda al respecto. En el caso de Pérez, con 79 años, asegura que tomó la decisión de vivir debajo del puente de la avenida 27 de Febrero (hace más de diez años), cuando su madre, quien ya murió, se marchó del país. Se levanta a las 6:30 de la mañana, se lava la cara y se sienta a ver lo que le depara el día. Respecto a los abusos y robos, dice que ya no tiene nada que puedan robarle, porque se lo llevaron todo.

Cantidad de indigentes del año 2016 

La Oficina Nacional de Estadística (ONE), a través del procesamiento de los microdatos de la Encuesta Nacional de Fuerza de Trabajo (ENFT) del Banco Central de abril 2000 a octubre 2016, revela que las cifras aproximadas de los indigentes en el país del año 2000 y del 2016 son muy similares, aunque hubo unos picos entre los años 2003 y 2010.

Para el 2000, se estimaba que había unos 651,734 indigentes en el país, mientras que en la actualidad la cifra se aproxima a unos 640,971.

Recientemente, el gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, ofreció detalles respecto a los avances en materia de pobreza, destacando que en base a la ENFT, el nivel de pobreza disminuyó de 42.2 % en septiembre 2012 a 30.0 % en igual período.

Según este informe del BC, se redujo en un millón setenta y dos mil cuatrocientos (1,072,400) los dominicanos que han superado esta condición de vulnerabilidad, mientras la indigencia habría bajado de 11.1 %, en septiembre 2012, a 6.1 %, en septiembre 2016, es decir que se redujo un 42.9 % en esos cuatro años.

Ante la pregunta de cómo miden la cantidad de indigentes en el país, el director de Comunicaciones del Banco Central, Luis Martín Gómez, manifiesta que se calcula en base a la ENFT, que mide, entre otras cosas, el nivel de ingresos de las personas.

“Cuando los ingresos de una persona superan el indicador de pobreza establecido por los organismos internacionales, se considera que dicha persona ya no es pobre. Aquí hay un comité técnico de pobreza, integrado por el BC, el Ministerio de Economía, el Banco Mundial y la ONE, que emite un boletín con los datos, los que dio el gobernador fue un avance de los mismos”, explica Gómez al ser consultado por Z Digital.

Al pedir aclaración respecto a cómo miden a las personas sin una residencia fija ni documentos, Gómez expresa: “Son promedios nacionales, la encuesta tiene representatividad, según la metodología que se usa para estos fines”.

Cómo los ven los demás y qué desean 

Según las personas que viven en las calles, para los ciudadanos que gozan de un hogar, techo, trabajo, familia y amigos, los indigentes pasan desapercibidos. Manifiestan que el conductor los esquiva y el peatón ni los mira; les pasan por el lado como si fuesen seres invisibles.

La mayoría desea una especie de refugio o albergue. Dicen que las casas hogares que existen en el país están definidas para ciertos segmentos en la que las personas en situación de calle como ellos no encajan.

“Hay un lugar que solo acoge a personas que tienen adicciones. Yo no soy adicta ni prostituta, por lo que yo no califico. Sería bueno un pabellón donde nos alojen, sé que muchos somos sinvergüenza… pero los que están aptos para servir que aprendan algo”, sugiere Sánchez.

Un hombre de avanzada edad pide al Estado le dé cabida a los sin techo: “Aunque sea un cuartito o una casita”.

El aspecto emocional y la victimización 

Como se puede apreciar en las palabras de Pérez y otros testimonios, algunos de quienes están en condición de calle siempre esperan que alguien les dé algo, pero hay un aspecto que muchos pierden de vista en los indigentes: el emocional.

Janis Santaella, experta en inteligencia emocional, explica que las causas que llevan a una persona a situación de calle son en algunos casos patológicas: por enfermedades obsesivas compulsivas, por perder la dignidad, así como por conductas de obsesión a las deudas.

“También está la parte del proceso de victimización, cuando quieren que les den; hay un proceso en nuestra cultura de acostumbrarse a eso, y eso pasa de generación en generación. Están esperando siempre de los demás; eso pasa en la política, sobre todo en los barrios”, expone la terapeuta.

Sobre si se puede salir de este círculo de pobreza extrema, Santaella explica que sí hay personas que pueden lograrlo, porque toman la decisión de salir: “Tienen una actitud resiliente de ´yo sí voy a construir´. En EE. UU., por ejemplo, el 35 % de los millonarios viene de una gran necesidad, prácticamente de la indigencia; y de dónde vienen, de decidir salir hacia adelante con una fuerza interior que se desarrolla a partir de esa pobreza y la necesidad de crecer”.

“La pregunta sería por qué unos sí deciden quedarse y otros no. Se trata de un proceso interior. Unos se retan y otros esperan que le resuelvan los demás”, señala.

La experta lamenta que no hay un sistema de protección para los envejecientes, que son los que mayormente están en la calle y sufren el abandono no solo de familiares, sino del Estado.

“Está el patrón de ‘yo quiero ya morirme, a que pase lo que tiene que pasar”. Pierden la fe y la esperanza. Tienen ese patrón de desesperanza”, reflexiona Santaella y sugiere ser empáticos ante la indigencia. Recomienda no dar dinero, sino enseñarles a pescar y suministrar otras cosas que los ayuden a sanar.

Indigentes también se exponen a ETS

A propósito de los abusos que dicen que padecen, los indigentes se exponen a contagiarse de virus o bacterias. El infectólogo Héctor Balcácer revela que a la fecha hay un incremento en casi todos los países en Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) en la población adulto-mayor.

“Hay varias razones por las que hoy en día personas de esa edad siguen teniendo relaciones sexuales, independientemente de que estén divorciadas o algunos de sus compañeros haya fallecido: viven más tiempo y cuentan con herramientas farmacológicas, pero los indigentes es otro acápite, están en estado de vulnerabilidad y pueden ser vejados”, advierte el especialista.

Señala que en las calles hay muchas personas con problemas y trastornos mentales, y que por esa razón habría que separar el riesgo, dependiendo del tipo de ETS.

“Las incurables, como el VIH, son tratables y las personas pueden llevar una vida normal; las infecciones que pueden producir problemas más allá de los genitales, como la gonorrea y la clamidia, pueden ocasionar problemas articulares, visuales y en la piel”, explica Balcácer.

Resalta que, por ejemplo, si esa persona adulto-mayor en condición de vulnerabilidad adquiere una hepatitis B, podría tener posteriormente una cirrosis o cáncer de hígado; y si se contagia del Virus del Papiloma, puede degenerar en cáncer matriz, anal y oral.

Al igual que Paulino y Santaella, manifiesta el especialista que a la fecha se desconoce si existe una institución sanitaria que se encargue de dar atención a las personas en situación de calle.

La mirada de los organismos internacionales

La publicación “Los Objetivos de Desarrollo del Milenio que tienen que ver con la Infancia”, de Unicef, revela que hay 96 millones de personas en el mundo viviendo en condiciones de indigencia, pese a que entre 1990 y 2004 la pobreza extrema se redujo casi en un 4 %.

En la región existe una acentuada brecha entre los grupos más ricos y los más pobres. Según Unicef, en datos anteriores a los presentados por el BC dominicano, el 20 % de hogares más pobres recibe entre el 2.2 % y el 8.8 % de los ingresos totales, mientras que el grupo más rico capta entre un 41.8 % y un 62.4 %.

Asimismo, un informe publicado en el 2004 por el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo revela que el 20 % de las familias más ricas concentraban el 56 % del ingreso nacional, mientras el 20% más pobre sólo recibía el 4 %. El mismo informe señala que un 42 % de la población era pobre y un 16 % vivía en la extrema pobreza.

No mirar a los sin hogar ni definir políticas que los ayuden a superar sus traumas sociales refleja el nivel máximo de exclusión social. Organismos coinciden en que la problemática amerita estimular la inversión social a mayores niveles que los actuales, porque de nada vale que una economía crezca año tras año, si los beneficios no se reflejan en la colectividad con la equidad como base.

Desconocen existencia de alguna entidad estatal que trabaje con indigentes

El 95 % de los lectores encuestados por Z Digital desconoce si existe en República Dominicana una institución estatal que vele por las personas indigentes en el país.

Al ser consultados algunos profesionales sobre si tenían conocimiento de alguna institución que velara por las personas en situación de calle, el 100 % contestó que no tenía idea de la existencia de algún organismo estatal que ejerciera estas funciones.

Anteriormente, el Ministerio de Salud Pública contaba con un departamento de Coordinación de Asistencia Social, destinado exclusivamente a trabajar con indigentes, madres solteras, entre otros segmentos vulnerables, pero el mismo desapareció tras descentralizarse.

En el caso de la Vicepresidencia de la República, la entidad contempla el programa social Progresando con Solidaridad, pero fue confirmado a Z Digital que no está destinado a la indigencia.

El Consejo Nacional para la Persona Envejeciente (CONAPE) exige una serie de requisitos que no aplican para personas en situación de calle, porque incluso, la mayoría carece de documentación.

La falta de asilos públicos para la población envejeciente pobre e indigente aumenta la problemática. Los pocos asilos de adultos mayores existentes no tienen cupo para más y sufren serias dificultades económicas por las precariedades en los subsidios que reciben.

En muchos países existen planes de ayuda a los indigentes. Canadá, por ejemplo, no permite que las personas deambulen por las calles sin protección. A los que no quieren quedarse en un refugio por alguna condición mental, les aplican sus medicamentos en las calles, les suministran sus alimentos y los cubren del frío.

En el caso de República Dominicana, la ausencia de políticas públicas para protección de las personas en situación de calle es ausente.


La primera versión de este reportaje fue publicado el 7 de febrero de 2017 en Z Digital.

Adelaida Martínez
Adelaida Martínez

Periodista con maestría en periodismo y especialidad en comunicación institucional | Comentarista radial | Experiencia en los medios de comunicación desde el 2007.

Fuente oficial Z 101 Digital