En una entrevista sobre la “Operación Tormenta del Desierto”, en Irak 1991, publicada en la revista norteamericana Times, el general Colin Powel, afirmó que de acuerdo a su larga experiencia militar “ningún plan de guerra sobrevive al primer contacto con el enemigo”.

La reciente aprobación de la ley de partidos fue precedida de una secuencia casi dramática de cambios tácticos de líderes y partidos políticos que ilustran muy bien la cita del general Powell.

Por ejemplo, Danilo Medina aspiraba inicialmente imponer primarias abiertas en todos los partidos y organizaciones políticas para elegir sus candidatos en las elecciones, así como otros aspectos que fueron firmemente rechazados por la oposición política y la crítica pública independiente.

Cuando ese proyecto unilateral salió del Senado, donde el danilismo tiene absoluto control, se topó con la realidad de que en la Cámara de Diputados no tenía mayoría suficiente y que necesitaba los votos de los diputados de otros partidos para aprobar cualquier versión de ley que le interesara. Ahí mismo murió el plan inicial de Danilo. De manera que no es cierta la afirmación de que a Danilo le “aprobaron lo que quería”.

Leonel Fernández originalmente reivindicaba la libertad de los partidos para decidir la modalidad de primarias y padrón de electores,  pero cuando cayó en la cuenta de que solo tenía 33 votos firmes frente a 126 necesarios, el expresidente comenzó a cambiar de posiciones y tácticas al compás de los ajustes que también venían haciendo el  danilismo, por su lado, y el PRM, por el suyo. Todos cambiaban sus posiciones por las mismas razones prácticas: ninguno tenía votos suficientes para hacer aprobar la ley de sus sueños.

A Leonel le interesaba coincidir con el PRM para crear una especie de muro de contención frente a las maniobras de los danilistas interesados en garantizar que por lo menos en el PLD las primarias discurran a favor de sus intereses.

El PRM también proponía, inicialmente, primarias cerradas y supervisadas por la JCE, entre otras importantes aspectos de la ley, pero solo contaba con 50 votos y necesitaba 126. Todo el Bloque de Oposición incluyendo al Partido Reformista contaba con menos de 70 votos, frente a 126 necesarios para aprobar la ley. Posteriormente, luego de un largo debate el PRM considero que así como no se debía imponerles a todos los partidos las primarias abiertas, tampoco podía imponérseles las primarias cerradas; ambas posiciones violarían la Constitución y la libertad de funcionamiento de los partidos políticos.

Por esa razón, finalmente, el PRM propuso que los partidos eligieran libremente la modalidad de primarias y el tipo de padrón que utilizarían. A esa posición también se movió luego el sector leonelista en coincidencia casi del 100%, y el danilismo también, pero con ciertos matices diferenciadores.

¿Cuáles matices?

La diferencia básica consistía en especificar los organismos de dirección (las “cúpulas”) que decidirían sobre las primarias en cada partido. Una discusión casi bizantina, puesto que las decisiones en cualquier organización las toman los organismos de dirección, las “cúpulas”, a partir de lo indicado en sus estatutos, nunca fuera de ellos. Hasta para convocar a un plebiscito interno democrático son las “cúpulas” las que lo deciden.

Finalmente tres aspectos presionaban fuertemente al PRM en la fase final de los debates previos a la aprobación de la ley.

Primero, que el PRSC solo tenía 14 votos (y algunos alineados con Danilo), Fidel Santana y su Frente Amplio un (1) voto,  Alianza País un (1) voto y Leonel Fernández 34 votos. Todos sumados a los 50 del PRM quedaban lejos de los 126 necesarios.

Segundo, el PRM y el Bloque de Oposición discutieron largo y con tiempo sus propuestas de Ley de Partidos y de Ley de Régimen Electoral, desde una perspectiva amplia, no solo de primarias, pero no pudieron diseñar una estrategia común práctica, realista, de cómo lograr que sus propuestas se aprobaran en un Congreso en el que tenían tan radical minoría; más aún, hubo cerrado rechazo a la más mínima variación respecto al “librito amarillo”.

Tercero, las propuestas del Bloque de Oposición fueron elaboradas entre final del 2017 y principios del 2018, cuando la lucha pre electoral no se había iniciado de manera tan impactante como ha ocurrido recientemente.

Así las cosas, el debate real de la ley en el Congreso quedó atrapado entre propósitos de candidaturas electorales en perspectivas de corto plazo, incluyendo los escarceos pro reelección y la áspera disputa entre Leonel y Danilo en el seno del principal partido del sistema. En ese contexto de tantos intereses y tan repartida distribución de votos por partidos, nadie podía imponer por si solo la ley que quería. Ni Danilo, ni Leonel, ni tampoco el PRM y sus aliados.

Así las cosas, o se coincidía entre diferentes fuerzas o seguíamos como chivos sin ley.

El PRM se decidió por tener ley.

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